sábado, 3 de diciembre de 2011

Rousseau: Breve análisis de su obra «El contrato social»

Durante los últimos tiempos muchos estudiosos del derecho han sostenido que la obra del filósofo Jean Jacques Rousseau, esto es, El contrato social incluyó muchas de sus ideas políticas, ya que bajo el fundamento de la filosofía liberal (me refiero al liberalismo clásico de la época que ya muchos conocemos) centró su óptica filosófica del individuo como elemento especial de toda sociedad, con la cual sostiene además que este debe vivir en una sociedad mediante la cual el Estado de derecho asegure y ofrezca libertadas de vida. Sin embargo, algunos pocos sostienen que con esta obra, Rousseau expuso los primeros principios de la filosofía política socialista, con el denominado concepto de «la voluntad general», de ahí el viejo adagio Vox populi, vox dei.

Pero pasemos a analizar los cuatro libros en que está dividida la obra, resaltando los aspectos más importantes.



Análisis del PRIMER LIBRO

Aquí Rousseau empieza con las siguientes palabras: «El hombre ha nacido libre, y en todas partes está encadenado. Hay quien se cree señor de los demás y es más esclavo que ellos. ¿Cómo se ha producido este cambio? (…)». Fin de la cita.

Rousseau es claro al indicarnos que el individuo debe encontrar las condiciones (necesarias) existentes, las cuales tienen que ser legales (o legítimas) para que pueda convivir en la sociedad.

Por otra parte, encontraremos que señala claramente tres tipos de libertades:

a) La libertad natural, la cual se pierde tras haber realizado el contrato.

b) La libertad civil, la cual está limitada por la voluntad general.

c) La libertad moral, la cual convierte al hombre en amo de sí mismo.

Es por ello que el pacto social convierte en iguales a los hombres, tanto por convención como por derecho, pues para entenderlo mejor, leamos estas palabras con las que Rousseau finaliza su primer libro: «... Ahora bien, como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino solamente aunar y dirigir las que existen, no les queda otro medio para subsistir que formar por agregación una suma de fuerzas que pueda superar la resistencia, ponerlas en juego mediante un solo móvil y hacerlas actuar de consuno (...) De este modo, si se separa del pacto social lo que no forma parte de su esencia, resultará que se reduce a los términos siguientes: Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y recibimos en cuerpo a cada miembro como parte indivisible del todo...». Fin de la cita.

Estimados lectores, simplemente lo diré en una línea, ya que para «buen entendedor, pocas palabras». Rousseau se dio cuenta de la necesidad que hacía el establecer un pacto social.

Análisis del SEGUNDO LIBRO

Es aquí donde el francés empieza a desarrollar su tesis sobre la voluntad general (lo que actualmente conocemos como «soberanía»), pues muy aparte de tratar sobre la ley y su fuente, el legislador, etc., trata sobre la falsa representación de un cuerpo legislativo, pero veamos que nos dice: «Ya he dicho que no hay voluntad general sobre un objeto particular. En efecto, este objeto particular está dentro del Estado o fuera del Estado. Si está fuera del Estado, una voluntad que le es extraña no es general con relación a él; y si ese objeto está dentro del Estado forma parte del mismo: entonces se establece entre el todo y la parte una relación de la que surgen dos entes separados; por un lado la parte, y por otro el todo menos esta misma parte. Pero el todo menos una parte no es el todo, y mientras subsista esa relación no existe el todo, sino dos partes desiguales; de donde resulta que la voluntad de la una no es tampoco general con respecto a la otra (…)». Fin de la cita.

Muy aparte de referirse a las formas de sistema de gobierno en la antigüedad, Rousseau trata de aplicar una especie de “aritmética política”, ¿cómo es esto? Sencillo, pues lo que hace es tratar de establecer ciertas “proporciones” entre el número de habitantes junto con la gran extensión de los países. Sin embargo, no olvida en ningún momento que el objetivo del pueblo es conseguir paz y abundancia para tratar de convivir bien. Se podría decir que al igual que Aristóteles, Rousseau también analiza la posible situación de una “clase media” en la sociedad. Además piensa que la libertad llega a subsistir gracias a la igualdad, pues en un apartado del libro II menciona: «Es precisamente porque la fuerza de las cosas tiende siempre a destruir la igualdad, por lo que la fuerza de la legislación debe siempre tender a mantenerla».

Por último, finaliza este libro distinguiendo tres clases de leyes (políticas, civiles y criminales) e incluso se atreve a explicar una especie de leyes en las cuales los «hábitos o costumbres» deben ser tratados de manera minuciosa por el Estado.

Análisis del TERCER LIBRO

Al fin Rousseau se decide tratar sobre LA COLECTIVIDAD, pues dice de ella que esta debe aplicar las leyes a los actos particulares, pero estas deben ser (establecidas) a través del gobierno. Se nota que el francés hizo un repaso general del estudio comparado, detallista y minucioso de la forma o mejor dicho, de los sistemas de gobierno que han pasado por la historia, siendo los más citados los gobiernos monárquicos, aristocráticos y democráticos, con lo cual empieza a sacar conclusiones por separado, sobre cada uno de ellos. Pero lo que debemos tener muy en cuenta al leer este libro, es que el francés rechaza y deja de lado la forma de gobierno democrática, pues critica lo siguiente:

- La democracia es imposible, porque el pueblo jamás puede permanecer unido de manera absoluta, lo cual esto nos llevaría a que alguien nos represente y por lo tanto, conlleva a la creación y aristocratización de una clase política.

- Es imposible prescindir de un trato igualitario (de igualdad entre los semejantes y las clases sociales) en todo sentido, ya que con la «igualdad» no sobreviviría el derecho.

- La democracia sugiere elevadísimos esfuerzos para que todos los ciudadanos puedan tomar y ejercer sus decisiones de manera seria.

- El Estado democrático tendría que ser «tolerante» con respecto a muchas costumbres que se quieran imponer ante las leyes que el mismo establezca.
- Siempre y en algún momento determinado ocurrirá una inestabilidad estatal, la cual ocasione revoluciones y rebeliones con las cuales el gobierno estaría expuesto a las guerras civiles y conflictos internos.

- Se tendría que eliminar los “lujos” por ser un factor que corrompe al rico y al pobre, pues uno desea obtener la posesión de estos lujos, mientras que el pobre siempre las codiciará, creándose así un “aparato” de «cuida lo que tienes, porque si no lo cuidas, me lo llevo yo».

Es por ello que Rousseau dice en su obra: «Si hubiera un pueblo de dioses, se gobernaría democráticamente. Un gobierno tan perfecto no conviene a los hombres (…)». Fin de la cita.

Análisis del CUARTO LIBRO

Rousseau concluye con estas palabras: «(...) Finalmente, cuando el Estado, cerca de su ruina, ya no subsiste más que en una forma ilusoria y vana, cuando se ha roto en todos los corazones el vínculo social, cuando el más vil interés toma descaradamente el sagrado nombre de bien público, entonces la voluntad general enmudece; todos, guiados por motivos secretos, dejan absolutamente de opinar como ciudadanos, como si el Estado no hubiera existido jamás; y se hacen pasar falsamente con el nombre de leyes decretos inicuos que no tienen más finalidad que el interés particular (…)». Fin de la cita.

Por último leeremos que aquí es donde empieza a tomar forma la idea que el individuo colabora con la voluntad general de todos, tras aceptar el pacto social, incluso cuando estas lo castiguen si transgrede o vulnera alguna. Para el francés, la obligación social del contrato no se funda en la fuerza, ni en alguna «autoridad natural» y mucho menos alguna «autoridad superior» con lo cual los naturalistas salen perdiendo y más bien, deriva del libre compromiso del individuo, que el mismo se otorga. De esta manera, el pacto social es legítimo cuando nace de un consentimiento voluntario y sobre todo unánime.

Escrito por: David E. Misari Torpoco.
3 de diciembre de 2011

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