Estas fueron las palabras de David Misari Torpoco, quien pronunció el discurso de clausura, en un evento de su localidad.
«¡Ánimo! Hay que estar siempre con el espíritu vigoroso y la mirada siempre en lo alto, pero no en algún cielo o en dádivas divinas, sino mirar a la cima del mundo, la cúspide en la cual un hombre debe hacer su morada, construir su futuro y así no esperar nada de nadie.
¡Valor! Un buen guerrero de la vida, siempre debe estar dispuesto a luchar, no temer al enemigo, no temer la dificultad o calamidad que le pueda sobrevenir, pues, un guerrero de la vida, armado con el yelmo de la templanza y la espada de la justicia, sabrá vencer toda adversidad que encuentre a su paso. Es el valor que fortalece al espíritu combatiente y lo que hace de uno, un hombre digno en el campo de batalla. Es el valor que siempre está latente para confrontar la más dura prueba o al más duro rival. Ese valor, nunca se debe perder.
¡Fuerza! La fortaleza no radica en lo físico, sino en el intelecto para el hombre sensato. Lo físico perece con el tiempo, pero la fortaleza del espíritu combativo, puede ir creciendo en uno, si realmente desea ser fuerte de corazón, de mente y de espíritu. La motivación personal puede ayudar, pero tener un buen autoestima, ayuda más. La fortaleza o fuerza vital, es algo que no se aprende de alguien, cada quién debe buscar en su interior y encontrarla. Un hombre llega a ser fuerte, en la medida que va superando y venciendo los obstáculos y desafíos que la vida le presente. El mundo es para los fuertes, los débiles deben perecer. Si alguien no entiende esto, entonces está por demás que siga luchando en la vida. Solo los vencedores, son los que llegan más alto. Los perdedores se quedan atrás y son presa del olvido. ¡Este mundo es para los fuertes!
¡Ánimo!¡Valor!¡Fuerza! Uno debe seguir para adelante por más adversidades y obstáculos que la vida o el destino le puedan presentar. El hombre prudente debe estar siempre preparado para enfrentar cualquier calamidad o situación riesgosa, la cual tenga precisamente en frente. El hombre necio, es aquel que se deja derrotar ante la más leve dificultad. El hombre prudente no teme a nada y lucha cada día por lograr alcanzar sus metas y objetivos. El hombre necio, se tira al abandono y el desánimo lo consume, haciendo cada vez más que se hunda en su propio fango. Aunque la mente sea finita, se debe saber algo que nos han ocultado, pues la voluntad y la determinación de un hombre es infinito y es capaz de transformar y volver posible, lo imposible. No se necesita de algún ser superior que viva en "las alturas" para que uno pueda lograr lo que se propone. Todo está en uno ¡Victoria! o mediocridad. Es el hombre mismo que debe aprender a no temer a nada y a confiar más en si mismo y en lo que realmente sea capaz de poder alcanzar. No hay límites para ello.
No te dejes vencer por nada, ni por nadie, y demuestra cada día de lo que realmente estás hecho!»
Atte: David Misari Torpoco (Mayo 2017)
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