Durante mucho tiempo el hombre estuvo sometido a prejuicios y creencias en trasmundos y reinos celestiales. Los mitos y la superstición afectó gravemente el pensamiento de las personas, haciendo que estas no sometan a un análisis riguroso o a la crítica racionalista, las superfluas y vacuas creencias. Todo esto se acabó con la llegada de la filosofía moderna, cuyo principal artífice es René Descartes.
Con Descartes se inició un nuevo período en el pensar humano, yo lo denomino “la época de la revolución intelectual”, puesto que se inició no solo una nueva era en el mundo filosófico, sino también, surgieron muchos cambios en el mundo. Y con ellos, nacieron también, los primeros librepensadores (freethinkers).
La corriente del librepensamiento se caracteriza principalmente por ser independiente, autónomo, crítico y analítico. El librepensamiento debe estar libre de supersticiones, condiciones que subyugan la mente humana y sobre todo debe estar libre de dogmas y reglas que quieran someter la mente del individuo bajo influencias o juicios ajenos.
Todo hombre tiene la suficiente capacidad mental para razonar y racionalizar las cosas. El hecho que el individuo someta a juicio alguna cosa, no lo hace con fines egoístas, sino porque le interesa llegar a conocer las causas y origen de las mismas para poder aceptarlas o rechazarlas. El librepensador necesita encontrar respuestas y soluciones no solo a los problemas cotidianos de la vida, sino también a las dificultades extremas que esta le presente. El librepensador debe aprender a ser dueño de sí mismo, de sus propias verdades y decisiones, pues ¿cómo sé que los otros me están diciendo la verdad? ¿quizá me estén engañando y sería estúpido de mi parte el no averiguar si se me dice una verdad o una mentira? El necio y el ignorante dicen “Amén” a todo e inclinan la cerviz, pero el librepensador busca indagar, investigar y someter a juicio analítico/crítico todo lo que se le ha dicho. Quizá algunas veces caiga en el escepticismo, pero solamente debe hacerlo para poner en tela de juicio las “verdades” aparentes que el mundo quiere hacer creer.
El librepensador busca indagar e investigar el origen de las cosas y sus causas para tener un conocimiento claro, certero y seguro, pues aunque muchas veces el sentido común nos coloca una duda en el camino, es responsabilidad del librepensador esclarecer esta duda para encontrar no solo la verdad, sino el sentido positivo de las cosas. Todo librepensador debe profundizar y ser un crítico, porque debe tratar de llegar a la esencia de las cosas para poder fundamentar los hechos y los fenómenos que estos prescriben. Conocer las causas, las interrelaciones y las consecuencias de las cosas, es crucial para todo aquel que no quiera someter su mente a simples creencias, ni a falsas verdades. El pensamiento ha de ser libre, pero no debemos confundir “pensamiento libre” con “libertad de pensamiento”, pues este último se refiere a la condición o posibilidad imperante socialmente que faculta a las personas a elaborar nuevos pensamientos por sí mismos. Con esto, todos tenemos derecho a la libertad de pensamiento, pero no todos somos librepensadores.
Otro punto a tallar aquí, es saber que todo librepensador opera de manera racional, en otras palabras, emplea la razón y acepta aquello que luego de haber sometido a duro examen, le ofrece una verdad. Y como todo proceso cognitivo que se realiza, el librepensador no debe descartar las leyes y principios de la lógica, ya que sin ellas, no se podría llegar a obtener muchas conclusiones.
Algo que se debe tener muy en cuenta, es que todo librepensador es un revolucionario, y su mejor arma es la inteligencia. Digo esto, porque el librepensador siempre mantiene una actitud provocadora, suele provocar los pensamientos de las demás personas, siempre y cuando encuentre que estas estén sometidas a creencias erróneas y dogmas. Pero hay que tener en cuenta que no lo hace con elanimus de ofender o humillarlos, sino simplemente con la tendencia a que recapaciten, reflexionen y racionalicen su modo de pensar. A todo librepensador le gustaría que las personas dejen de “creer” en antaños mitos y fábulas, pero si a pesar de haberles explicado la lógica del pensamiento, estas personas no entienden, más no se puede hacer, pues bien dice Nietzsche “No hay que ser médicos de los incurables.”
El librepensador busca fomentar y desarrollar la cultura de su país, incrementar el bienestar y goce personal para poder compartir con los demás los beneficios de una mente racional. Al librepensador le gusta aprender y aprender a superarse a sí mismo, para lo cual se autoeduca y va construyendo su propio destino. El librepensador quiere desvelar los conocimientos ocultos para saber cómo poder aportar y sobre todo afrontar crisis o problemas, pues sabe que esto es lo que lo hace más fuerte.
Cuando un librepensador encuentra soluciones a los problemas y aprende a superar obstáculos, entonces empieza a crecer, porque al vencer las dificultades que la vida le presenta, entonces llega a tener convicciones firmes y decisiones correctas, con lo cual toma conciencia de su propia vida y empieza a repotenciar su propia conducta. Así pues, busca ayudarse a sí mismo y empieza a obtener confianza en sí mismo también.
Todo librepensador ha nacido para ser un triunfador, y no precisamente hablo de aquellos que triunfen en obtener dinero u cosas materiales. Lo que al librepensador le importa realmente es obtener un triunfo personal sobre su propia persona y su máximo aporte será tratar de dejar un legado a la humanidad, una enseñanza o una obra, con la cual pueda dar a conocer a las futuras generaciones que el mundo cada vez, debe ir dejando atrás todas esas malas hierbas, que impiden el crecimiento del grass limpio.
El librepensador debe aprender que un elemento vital en su camino, es el lenguaje, pero ¿por qué el lenguaje? Porque el lenguaje ayuda a estimular el librepensamiento, con lo cual cada vez se hace más concreto y directo. El librepensador que no cultiva un buen lenguaje, no podrá transmitir sus ideas claras y esto, es un error. Así como el pensamiento tiene que ser lúcido, el lenguaje debe ayudar a consolidarlo. Pensamiento y lenguaje deben trabajar juntos para lograr su propósito y el librepensador debe sumarse a ellos para lograr el objetivo final, el cual es llegar a conocer mejor la realidad.
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