el exilio entusiasta,
el Estado enemigo,
el eterno Eón enervado.
Esta entrópica existencia
es el enemigo embaucador,
el engaño, el esperanzador embustero,
el enemigo eterno,
en él, en efecto, estamos entrometidos.
Este efecto es excusa,
esta enervada existencia es efímera,
estúpida, envolvente, eclofóbica.
En esta existencia encontramos esperanza,
encontramos educación, eclosión,
entre eleuterofobias ensimismadas.
En efecto, esta existencia es elegante,
elevada, efímera, elemental,
ecúmene, embriagada, emigrante,
ególatra, enajenada, explosiva,
estúpida.
Estamos en este estado enajenado,
en él, ellos encuentran embravecer, emerger,
en él, enardecemos encasillados, entorpecemos,
explotamos.
Es en este encanallamiento el exilio estatal,
en el encadenamiento emetofóbico,
en el espíritu enfurecido, encantado,
entrenado en el escalofrío enervado,
en el espurio espasmo, en el esquistosoma enabulante,
encontraremos el exilio.
En esta exuberante efímera existencia,
encontramos encorvados entes,
espíritus enorgullecidos,
espíritus extraviados,
entes enajenados, exasperados,
efusivos, entumecidos,
excomulgados, expulsados, exterrados,
esqueléticos exhortados, extintos.
En esta existencia... expiramos.
Escrito por: David Efraín Misari Torpoco.
Nota: el título en latín de mi prosa también lleva todas las letras iniciales con «E», Existiabilis enitens exstare effector existentiae, que significa en castellano: «Existir es ser un brillante creador de una penosa y lamentable existencia» (Ver libro: Paremias Filosóficas, sentencia n.° 416, autor: David Misari Torpoco, 2012)
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