Se acabó el año 2020 y aunque nadie esperó la llegada de una pandemia... se tuvo que seguir adelante. Quedo muy agradecido a los doctores (profesores) de derecho por haberme considerado o denomina como el último humanista del derecho. En verdad quizá no merezco tal denominación porque me falta mucho por aprender, solo que me agrada transmitir cultura jurídica de la antigua Grecia y Roma a los estudios del derecho. Soy promotor y difusor del estudio del latín y latín jurídico en mi país, porque me gustaría que los futuros estudiantes de derecho no sean meros codigueros o solo trabajen aplicando la sola norma, la cual es muchas veces fría y gris. El conocimiento del derecho para los futuros abogados debe ir más allá de eso. El abogado que aparte de ser buen litigante sabe de literatura y filosofía siempre estará un paso adelante de otros y si sabe latín o griego clásico... con mayor razón. Los estudios filosóficos del derecho, como el estudio del derecho romano no deberían quitarse jamás del plan curricular de las facultades de derecho. Es lamentable ver un oscuro panorama en la actual enseñanza jurídica donde ya (en algunas facultades) estas materias no forman parte del plan de estudio. Es por ello que en mis obras publicadas siempre animo, promuevo e impulso el amor a la lectura, la investigación, la filosofía del derecho y también aprender latín. Como abogados no solo debemos quedarnos con lo que el positivismo jurídico nos ofrece, sino que debemos trascender. Sería maravilloso que futuros abogados logren trabajar en investigaciones académicas y en sus futuras tesis propuestas filosóficas del derecho para demostrar que el estudio de la filosofía no está en decadencia, tal como quieren hacernos creer varios procesalistas. Por mi parte, seguiré con mi labor de investigador y escritor, pues pienso publicar un estudio sobre el humanismo jurídico en nuestro tiempo.
Atte.: David Efraín Misari Torpoco.
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