Ariadna era una estudiante de derecho que cursaba el penúltimo año de la carrera. Uno de los cursos que llevaba era filosofía del derecho y su profesor le dejó un trabajo de investigación, el cual consistió en redactar un artículo sobre el iusnaturalismo en Grecia. Consultó con sus compañeros para saber si le podían recomendar algunos buenos libros sobre el iusnaturalismo en Grecia, pero sus compañeros, más preparados en temas procesales, no conocían de autores que hayan publicado libros sobre el tema, sin embargo, una joven que escuchó a Ariadna preguntar a sus compañeros, se acercó a ella y le dijo lo siguiente:
—¿Estás buscando libros sobre el iusnaturalismo
griego?
—Sí —respondió Ariadna.
—Mira, conozco a una persona que te puede ayudar,
ya que a pesar de ser de derecho sabe más de filosofía.
—¿Crees que puedas contactarme con él?
—No creo, pero si hoy vas a la biblioteca a las
seis de la tarde, seguramente lo encontrarás revisando libros donde están
colocados los temas sobre filosofía del derecho.
—Pero ¿cómo se llama tu amigo?
—No es mi amigo… solo sé que él para ahí. Bueno, me tengo que ir, suerte —dijo la joven y se fue.
Con la información que le dio aquella joven fue suficiente para que Ariadna vaya a las seis de la tarde a la biblioteca y lo buscara.
Pasaron un par de horas y Ariadna ingresó a la biblioteca de su facultad, pues siendo las seis de la tarde se dirigió a la sección donde estaban colocados los libros de filosofía del derecho. Grande fue su sorpresa al ver que aquella joven no le mintió, pues ahí se encontraba un joven con lentes revisando algunos libros de filosofía del derecho. Ariadna se acercó lentamente a él y le dijo:
—Disculpa, una compañera me dijo que tú sabes de temas de filosofía del derecho y que podrías darme una ayuda con mi trabajo de investigación, ¿podrás?
El joven con cinco libros en sus brazos la miró y dijo:
—La verdad, no sé si mis pocos conocimientos
estén a la altura de la ayuda que me solicitas.
—El tema que me han dejado para investigar es
sobre el iusnaturalismo en Grecia —dijo ella.
—Entiendo, ah, mira… el libro de acá de Guido Fassó sobre «Historia de la filosofía del derecho», tomo I podrá ayudarte para empezar. Luego deberás continuar con la obra del profesor Buckle, titulada «El derecho natural». También la obra de Montejano que lleva por título «Curso de derecho natural» y por último, deberás revisar la obra «Filosofía del derecho o derecho natural» del profesor Fernández Concha.
Ariadna, luego de escuchar los títulos mencionados por el joven, quedó sorprendida, porque para saber ‘poco’ le pareció que sabía mucho y le dijo:
—Te doy las gracias… eh… disculpa ¿cuál es tu
nombre?
—Me llamo Uilen —respondió el joven.
—Soy Ariadna, mucho gusto.
Cuando Ariadna le estrechó la mano, Uilen se dio cuenta que llevaba una pulsera con un búho en su muñeca y le dijo:
—¿Te agradan los búhos?
—Sí, me encantan, ¿por qué?
—Los búhos son unas aves muy especiales para mí.
¿Sabías que durante mucho tiempo pensaron que la diosa Atenea de la mitología
griega tenía un búho a su lado cuando se trataba de un mochuelo?
—¿Mochuelo? No, no lo sabía, pero ¿qué es un
mochuelo?
—Es el nombre común de un ave rapaz nocturna que
pertenece a la familia Strigidae. Su nombre científico en latín es ‘Athene
noctua’. En otras palabras es como un búho pero pequeño.
—Eso no lo sabía, pero dime ¿cómo sabes mucho
acerca de los búhos?
—Digamos que me he especializado en el estudio de
los búhos.
—Entonces ¿es cierto que el búho significa
‘sabiduría’?
—El búho representa muchas cosas, entre ellas,
algunas culturas antiguas del lejano oriente lo consideran como un guardián
sagrado de la vida futura, para otras culturas es un gobernante nocturno y
vigilante, como una especie de vidente y guardián de las almas que pasan al
otro lado. En cambio sobre el mochuelo se dice que es el ave de la filosofía.
—Me parece muy interesante lo que me acabas de explicar, además…
En ese momento sonó el celular de Ariadna. Una compañera de su salón le dijo que por favor se acercara un momento a la puerta principal para entregarle unas fotocopias. Ariadna le dijo que en cinco minutos estará allá. Colgó y le dijo a Uilen lo siguiente:
—Debo salir un momento a recoger unas fotocopias, ahora vuelvo.
Salió de la biblioteca y se dirigió a la puerta principal. Una vez que llegó recibió las fotocopias, coordinó con su compañera lo del trabajo en grupo y luego retornó a la biblioteca. Una vez que ingresó, no vio a Uilen en la sección de filosofía del derecho. Lo buscó por la biblioteca y no lo encontró. Se acercó al bibliotecario y le dijo:
—Una pregunta, ¿el joven que estaba en la sección
de filosofía del derecho… salió?
—¿Joven?, ¿cuál joven, señorita?
—Un joven de cabello marrón oscuro, alto,
delgado, con lentes y con cuatro o cinco libros en sus manos.
—No, señorita, no he visto a ningún joven con
esas características y menos en la sección de filosofía del derecho, ya que
casi nadie busca esos libros, ya que todos más se van a revisar libros de
derecho penal o derecho civil.
—Estuve con él conversando hace quince minutos,
inclusive estuvimos parados ahí como media hora. Su nombre es Uilen.
—¿Cómo dice?
—Que estuve con él conversando hace…
—No, no, me refiero al nombre que mencionó.
—Se llama Uilen.
—¿Se refiere a Uilen, el búho?
—¿El búho? Me refiero a una persona, señor.
—No. Ahora le explicaré, debe acompañarme.
El bibliotecario llamó a uno de los jóvenes locadores y le dijo que cuidara un momento su puesto. Salió y le dijo a Ariadna:
—Por favor, sígame.
Ariadna lo siguió y fueron a la sección de los libros de filosofía del derecho y el bibliotecario le dijo:
—Mire, usted se refería a este búho, se llama Uilen.
El bibliotecario le mostró un búho pequeño de mármol color oscuro y Ariadna no había visto ese adorno en ningún momento, a lo que preguntó:
—¿Dónde estuvo ese búho todo este tiempo?
—Verá, señorita. Este pequeño búho de mármol fue
un regalo que un joven de nombre Uilen, muy estudioso e inteligente, nos dejó
justo un día antes de morir, pero esto ocurrió hace seis años. El joven Uilen
sufrió un accidente a las seis y media de la tarde en la panamericana norte y
falleció. Desde entonces a este pequeño búho lo denominamos también como «El
guardián de los libros».
Luego de escuchar esa historia, Ariadna se quedó atónita pues no podía creer que estuvo hablando con un muerto.
Fin
Escrito por: David Efraín Misari Torpoco
25 de diciembre de 2020
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