lunes, 22 de febrero de 2021

«Un buen día


Terminó la hora de su trabajo y Emmanuel se alistó para ir a su departamento. Estaba contento porque su jefe aceptó subirle el sueldo y desde marzo empezaría a ganar un poco más. Subió a su auto y se retiró de su centro laboral. Mientras manejaba escuchaba Fight to survive de Stan Bush a todo volumen. Tal era la bulla que salía de su auto, que en los semáforos, los choferes, de los otros automóviles, lo veían como si estuviera loco, pero Emmanuel volteaba a verlos y les sonreía con un guiño.
 
Una vez que llegó a su departamento aventó su maletín, ingresó a su habitación y se cambió de ropa. Luego, se dirigió a su pequeña cocina y abrió la puerta del refrigerador para sacar una lata de cerveza. Fue a su sala y prendió su lapto. Mientras ingresaba a YouTube para ver algún videoclip musical, su celular sonó. Era un mensaje de WhatsApp de su amiga Johanna que decía: «¡Amigo! Ya me enteré que te subieron el sueldo y no solo eso, te irás a estudiar a Roma, ¡Felicidades! Avísame para celebrarlo como debe ser». Emmanuel sonrió y respondió con un sticker de un diablito. Dejó el celular, cogió una pequeña caja que tenía sobre su mesa y la puso a su costado, luego ingresó a Facebook.

Eran aproximadamente las nueve de la noche cuando decidió proyectar una transmisión en vivo por Facebook. Empezó a notar que algunas amistades y contactos lo estaban viendo y empezaron a escribir sus comentarios. Algunos lo saludaban y otros lo felicitaron por su futuro viaje a Roma. Emmanuel se puso contento al ver que casi cuarenta personas lo estaban viendo. Entonces miró a la cámara y habló lo siguiente:

«¡Hola, que tal! Algunos me conocen en persona y otros no, además es la primera vez que hago una transmisión en vivo, sin embargo, el motivo de esto es solo para decirles a todos que hoy tuve un día magnífico, todo me salió bien, me aumentaron el sueldo, me gané una beca para estudiar en Roma a mitad de año y como si fuera poco, la mujer que me gusta aceptó casarse conmigo, ¡díganme si todo esto no es razón suficiente para compartir mi alegría y decir que tuve un buen día! ¡Salud por eso!».

Hizo una pequeña pausa y empezó a beber la lata de cerveza delante de todos. Las amistades y contactos le daban «likes», «me encanta», «me importa» a su transmisión y otros comentaban con más felicitaciones. En eso, Emmanuel dejó la lata y mostró, ante la cámara, la pequeña caja que había puesto a su costado. Entonces dijo:

«¿Saben lo que tengo aquí?» y luego sonrió. Las amistades y contactos respondían: «tu boleto para ir a Roma»… «dinero»… «otra cerveza»… «el anillo de compromiso que le darás a Melissa», entre otras cosas. Emmanuel sonreía y respondía con un «no» a cada comentario. En eso dijo:

«Nadie adivinó lo que tengo aquí, pero se los mostraré», abrió la caja y sacó un revólver cargado (con las seis balas), miró a la cámara, sonrió una vez más y dijo: «¡Hoy es un buen día para morir!». Colocó el cañon del revólver sobre su sien y se disparó frente a todos los que observaban su transmisión en vivo. Las amistades y contactos que presenciaban la transmisión no podían creer lo que acabaron de ver. Simplemente, se suicidó.

Emmanuel Torres, economista de profesión, buen trabajador, un vecino amigable y un hombre al que se le proyectaba un buen futuro en Roma. No sufría de depresión ni ansiedad ni algún otro tipo de trastorno mental o alguna enfermedad que haya alterado su personalidad para decidir suicidarse. Simplemente la decisión que tomó de quitarse la vida a sus treinta y tres años seguirá siendo uno de los misterios del universo Morker.

Escrito por: David Efraín Misari Torpoco

21 de febrero de 2021



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