«La imaginación crea cosas que pueden ser o pueden suceder, mientras que la fantasía inventa cosas que no pueden existir, que no pudieron ser, ni serán. Y sin embargo, quien sabe, quizá puedan ser. Cuando la fantasía creó la alfombra mágica, ¡Quién hubiera creído que un día volaríamos a través del espacio». (Constantin Stanislavsky).
Algunas amistades me han preguntado: «¿David por qué has empezado a escribir?», otras amistades «¿quieres ser escritor y ya no filósofo?» y algunas más «¿qué encuentras de bueno al escribir?», «¿piensas dedicarte a la escritura?». Bien, no pasaré a dar una respuesta a cada pregunta, pero lo que haré es dar una respuesta general a sus interrogantes.
Para mí, el escribir consiste en un acto de reflexión y en una actitud crítica, para lo cual, muchos me consideran un rebelde. Soy de la idea, que un escritor debe tener cierta actitud rebelde para poner énfasis a sus ideas, opiniones, comentarios, críticas, análisis y reflexiones, pues debe hacer uso de la libertad de expresión.
Aunque se puede escribir de todo, no necesariamente se ha de conocer «todo», pues bien dijo el poeta romano Horacio «saberlo todo es imposible».
Respecto a mi persona, el lector podrá hallar en lo que escribo una desazón, una contrariedad, un buen análisis, un descontento en algunos temas o algún elogio en otros. Pues lo que realmente pretendo es ver la realidad desde un ángulo distinto, inédito, tal vez oscuro y sombrío, pero siempre tratando de aportar alguna idea principal, alguna clave en el contenido de mis escritos o algún aporte al cambio de vida en una persona. Me gustaría hacer reflexionar al lector de la situación en que vive y de cómo afrontar situaciones adversas. No soy un idealista, sino realista, porque no vivo en el mundo de las ideas, sino en un mundo real que contrasta con la realidad y pretendo con mis escritos influir a las personas al análisis y a la crítica reflexiva del mundo en que vivimos.
Al plasmar una idea motivadora, una idea perspicaz, una idea contundente, que por un momento te lleve a pensar que sí existe solución a tu problema y no que te encierres en un mundo agobiante marcado por un sátiro destino, pues ese cambio y esa solución al problema no deben ser externo, sino interno en la conciencia.
La gran pregunta que se hacía el psicólogo alemán Wundt era «¿cómo puedo trastocar la realidad sin antes haber trastocado la subjetividad de un individuo?», solamente se puede lograr esto, si se conoce el pensamiento de una persona. Es así como el pensamiento de los grandes hombres a través de la escritura, a través de sus aportes literarios, a través de sus obras, inclusive muchos de ellos escribieron por ciertos impulsos irrefrenables ante tanta injusticia que veían y vivían a diario en su sociedad, llegan a escribir obras extraordinarias con mensajes esenciales que cambian la manera de ver al mundo y ser más humano. Pero para ello hace falta un gran espíritu crítico también, el cual se empieza a forjar desde la juventud, motivo por el cual, uno de los más grandes escritores alemanes, Goethe dijo: «Nunca podré entender aquel lugar común por el cual se afirma que sólo en la adolescencia y la juventud es lícito poseer espíritu crítico».
Se escribe mejor desde la juventud, por la lucidez de ideas y por el irrefrenable espíritu crítico que uno posee. Aquel que solo escribe por consigna no es escritor, pues para escribir tiene que sentir un llamado al cambio, una vocación de querer y poder plasmar sus pensamientos no para beneficio suyo, sino para beneficiar a los demás. El escritor tiene una misión, la cual es llegar al lector mediante la expresión y manifestación de su pensamiento. Sabido es que cuando uno lee una obra, lo primero que se busca es el mensaje o la idea central, pero yo busco algo más, trato de analizar el por qué llegó a tal conclusión o el por qué escribió eso o ¿cuál fue la causa o el origen que lo motivó a escribir tan bella novela o tan gratificante idea?, uno siempre tiene que buscar en la lectura más de lo que el escritor quiere dar a conocer, a esto lo denomino «explorar las ideas de trasfondo».
El escribir siempre será en mí un arte, pues gracias a la escritura uno puede ser capaz de reflejar y plasmar los más bellos pensamientos e inmortalizarlos. Uno no debe escribir pensando en volverse un gran escritor y ser millonario –pues como lo dije antes, si lo hace por consigna, no es escritor– uno tiene que escribir porque realmente sienta la vocación de la pluma en el pensamiento y un estilo de vida prudencial, como también debe saber seleccionar las obras que uno lee, pues estas influyen mucho en la elaboración de sus escritos.
Por último, sostengo que un escritor nace del talento y del tiempo… tiempo para observar, estudiar y pensar. Por ello, no se puede permitir el lujo de desperdiciar aquellas horas de ocio en cosas no esenciales, a menos que haya nacido rico. Aquel que pretenda ser escritor es mejor que se prepare para vivir sin demasiados bienes materiales. Para ello, es menester decidir qué es más importante para uno: vivir con lujos o escribir bien. No hay que atormentarse por ambiciones contradictorias. Para ser escritor necesitas todo el cerebro que tienes.
«El arte nada enseña, como no sea la significación de la vida. La “Gran Obra” ha de ser inevitablemente oscura, excepto para un puñado de hombres, para aquellos que como el mismo autor, están iniciados en los misterios del saber y del conocimiento».
Diario de Efraín
Escrito por: David E. Misari Torpoco
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