sábado, 20 de abril de 2019

De invidia

Sobre la envidia

La pregunta que suelo hacerme es ¿por qué existe mucha gente envidiosa? Al parecer, en nuestro tiempo, la envidia ya no solo se centra en cosas materiales, sino también –lo he notado– en envidiar los conocimientos de otras personas y es así, como muchos aún le rinden culto a la diosa romana Invidia, de la que muy bien nos narra el poeta Ovidio en su Metamorfosis.

Aunque la diosa romana tenía otra connotación (celos y venganza), el término «envidia» fue evolucionando hasta llegar a algo más que un simple «deseo por tener lo que otros poseen». Aquí es donde debemos tener cuidado. 

En mi caso, estoy agradecido a la vida por no envidiar a nadie –pese a que vivo cerca de personas que poseen (materialmente) más que yo– puesto que al no envidiar, uno vive tranquilo con lo que tiene, pero más aún, con lo que uno sabe. Si una persona posee lujos, carros, propiedaes o una inmensa fortuna, no la envidio, ni me deslumbro y no me minimizo ante ella. Sin embargo, admiro y respeto a una persona que me supera en conocimientos y en libros. No obstante, conozco a personas que ni bien observan que otros se compran algo nuevo, ya empiezan a sentir envidia y buscan de manera sutil, decir algún comentario (mandar alguna indirecta) sobre aquella persona. Los envidiosos siempre vivirán infelices por dentro y buscarán la manera de hacer infeliz, la vida de las personas que lo rodean. Digamos que los envidiosos son personas tóxicas de las que hay que tener cuidado y es mejor vivir alejado de ellas.

Una persona puede tener todo el dinero del mundo, viajar a cualquier lugar que desee, comprar ropa de marca o comer los más deliciosos manjares, casarse con la miss universo (si así lo desea) o cuidar al máximo su cuerpo, pero todo eso para mí, no es más que trivial, baladí y nimio. No me gusta lo superficial, ya que empobrece lo interior de uno. Sócrates al pasear por la plaza de Atenás, miraba un montón de cosas que traían los mercaderes y decía «¡Cuántas cosas hay que no necesito!» e incluso, el mismo Diógenes –según lo que dicen– rechazó a Alejandro Magno su ofrecimiento, ya que solo quería que no le tapara la luz del sol. Ni que decir de los estoicos que despreciaban los bienes materiales y solo se preocupaban por el conocimiento, sino léase las enseñanzas de Epicteto, Séneca y Marco Aurelio. Llevar una vida frugal, dedicada al conocimiento y al estudio, te aleja de la envidia y quizá sin modestia alguna, debo decir que hay personas que por más que se visten bien o tienen posesiones y dinero, envidian lo poco que sé o mi modesta biblioteca en casa, pero lo que no saben es que al envidiarme, no me hacen algún mal, sino, ellos mismos se los hacen, porque la envidia que habita en el interior de una persona, se torna insaciable y por ello, no queda satisfecha, ya que siempre buscará algún elemento externo y hará de ello, su centro. 

En simples palabras, la envidia se puede definir como un sentimiento que una persona experimenta hacia otra, por desear algo que la otra persona posee y ella (la envidiosa) no lo tiene. Incluso, hay algunos que dicen ser «cristianos» pero envidian a su prójimo, en vez de amarlo, tal como enseña el evangelio que ellos mismos profesan. El estoico romano Musonio Rufo solía decir que si alguien te envidia, es porque eres superior a ella y desea ser como tú. El consejo que puedo dar es, que en vez de envidiar lo que tienen otros ¿por qué no trabajas y te esfuerzas más para conseguir lo que otros tienen? ¿Deseas lujos y banalidades de la vida? Trabaja más y obtén el dinero para comprarlas. ¿Deseas los conocimientos que otros tienen? Empieza por dejar de perder el tiempo en conversaciones vanas o superfluas y empieza por estudiar, investigar y leer más. Además, la persona a la cual el envidioso 'envidia' (valga la redundancia), no tiene la culpa de que el envidioso sea un pobre miserable o fracasado en su vida. Pero aqui dejo una clave para que el envidioso trate de eliminar ese sentimiento que lo invade. Parte de la clave para eliminar la envidia del corazón es que esa persona envidiosa invierta su tiempo en cosas productivas y útiles, pues al final de la vida, no me gustaría ver a los envidiosos «ciegos» en el Purgatorio de Dante, donde el castigo para ellos, era cerrarle los ojos y cosérselos por el placer que anhelaban sus ojos al ver lo que otros poseían y ellos no. En vez de envidiar, preócupese más por trabajar o estudiar para que no sufras la tristitia de bono proximi.  


Por: David Efraín Misari Torpoco.







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