miércoles, 22 de mayo de 2019

Sinopsis de «El viejo y el mar» (Ernest Hemingway)

De varios escritores de la literatura universal, Hemingway se convirtió en un clásico. De toda su producción literaria, obras como Fiesta, El ganador no se lleva nada, El jardín del edén, Hombres sin mujeres, Muerte en la tarde, entre otras, hay una que destaca y lo llevó a obtener el Premio Pulitzer (mayo, 1952)  y en octubre de 1954, recibió el Premio Nobel de Literatura, esta obra se titula El viejo y el mar.

Es seguro que si eres un ávido lector, ya debes haber leído esta obra y en caso desees recordar parte del argumento, aquí te dejo mi sinopsis:

La obra es una narración corta, algunos la mencionan como «novela breve» o «cuento largo».

La obra se desarrolla en una aldea dedicada a la producción pesquera en una isla de Cuba. El protagonista, es un viejo pescador que se gana la vida a costas de su oficio. Este viejo pescador, tuvo buenos días en su juventud, era bien parecido, robusto y considerado el mejor pescador de la costa antillana. Ceñido por la experiencia, conserva aún parte de su habilidad. Los únicos bienes que posee son instrumentos y accesorios de pescador. Vive en una modesta cabaña de palma.

No obstante, pese a tener gran experiencia como pescador, los días que transcurren, no le son favorables, puesto que no ha conseguido pescar ni para su propio sustento. Han pasado cuarenta días que no tiene éxito en la pesca y retorna a casa con las 'redes vacías', a tal punto, que el joven a quién había enseñado a pescar, lo dejó. Pasaron más días (44) en los que el pescador va al mar, sin éxito alguno, pero no esto, no le quita la esperanza de atrapar un gran pez, un magnífico pez.

En efecto, un buen día, tras rayar el alba, fue al mar y tras pescar algunos atunes y dorados, sus redes se vieron pesadas, puesto que un enorme pez había picado el anzuelo, pero esta pesca arrastró la barca durante tres días mar adentro. Al tercer día, este pez de extraordinario tamaño emergió a la superficie. Se trataba de un pez espada de gran tamaño que el viejo se quedó sorprendido por lo que había encontrado en el mar. Rápidamente, el viejo le clava el arpón, lo amarra a la barca –por cierto, más pequeña que el pez– y así emprender el viaje de retorno con las manos desolladas por el roce del sedal, pero asombrado por esos tres días con la enorme pieza marina que acababa de conseguir. El viejo se siente orgulloso de su proeza, a la que no fue impulsado por la codicia; admira la belleza de tan bello ejemplar marino a tal punto de sentirse apenado por haber matado a la criatura de enorme tamaño, pues no dejaba de preguntarse «¿será un pez realmente?». Para su mala suerte, el olor de la carne y la sangre del gran pez, empieza por atraer a los tiburones.

El primer tiburón acecha y el viejo empieza la lucha con un cuchillo clavado en el extremo de un remo. Se desata la pelea y el viejo con movimientos desesperados, propio del pánico del momento por querer sobrevivir, mata a dos de ellos. Al parecer, el peligro había pasado, pero al llegar la noche, un grupo de tiburones empezaron a acechar y atacar al pez. Para mala suerte, el viejo pierde el cuchillo y el arpón. Ya por la mañana, del gran pez espada, solo quedó la enorme espina, la cabeza y la cola. Al llegar a la orilla de la playa, el viejo vara la barca, va a su cabaña y se queda dormido.

Al día siguiente, se da cuenta que el joven muchacho (su aprendiz) está frente a él y desea salir con él a pescar. El viejo se encuentra listo para salir a pescar como todos los días, con ánimos y con la misma energía de su juventud. No mostraba signos de desesperación o preocupación, puesto que era consciente de haber sido vencido, pero también, de vencer. Ahí fue donde esbozó un hermoso pensamiento: «El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado». 

Muerte de Hemingway

Luego de un intenso periodo depresivo, enfermo de paranoia, incluso, fue dado de alta dos veces por los psiquiatras de la Clínica Mayo, luego de haber sido tratado con terapia electroconvulsiva, el escritor se suicidó disparándose un tiro como su padre, el 2 de julio de 1961. Murió en su casa, en Idaho.

Pensamiento sobre ser un escritor

«Escribir, en su mejor momento, es una vida solitaria. Organizaciones para escritores palían la soledad del escritor, pero dudo si mejoran su escritura. Crece en estatura pública como vierte su soledad y a menudo su trabajo se deteriora. Porque hace su trabajo solo, y si es un escritor lo suficientemente bueno, debe enfrentar la eternidad, o la falta de ella, cada día». (Ernest Hemingway)





     

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