martes, 3 de diciembre de 2019

El sello de los iluminados

Algunos bibliófilos tienen la costumbre de diseñar sus propios sellos para 'marcar' (identificar/registrar) sus libros. Por ejemplo, se han encontrado numerosos libros sellados con la locución latina Ex libris, que en castellano significa «de entre los libros», con el fin de contar con un registro del poseedor de estos libros y por lo general, iban colocados en la reversa de la tapa  o en la primera (o última) hoja de los libros. Existe toda una tradición sobre la historia de los sellos Ex libris.

En la actualidad, se han encontrado varios libros que cuentan con estos sellos en su interior, varios de ellos ya con cierto tiempo de antigüedad. No obstante, como la historia está cubierta –algunas veces– con ciertas leyendas, existe una que ha llamado la atención de varios bibliófilos. Se trata de los sellos Ex libris, en los libros que pertenecían a grandes bibliotecas de la antigua hermandad (sociedad) fundada por el profesor de derecho y filosofía Adam Weishaupt, durante el periodo de la ilustración.
Algunos sostienen que los miembros de esta sociedad, poseían grandes bibliotecas debido a su constante estudio y preparación para los hombres del mañana. Puesto que eran hombres poseedores de gran cultura e intelecto, sus libros tenían unos sellos especiales. Con el paso del tiempo y tras la muerte de sus miembros, lo poco que se sabe es que dejaron algunos discípulos (o seguidores) por distintas partes de Europa. Algunos sobrevivientes siguieron este legado de 'estampar' (marcar/registrar) los libros de sus bibliotecas con «ciertas características» que tenían sus sellos. La pregunta sería ¿cuáles eran las «características» que poseían sus sellos? Y atención, porque esto no es un juego.

Durante el siglo XIX, los seguidores de los iluminados tenían un sello especial para sus libros. La imagen del sello era una figura que podía ser la de un cráneo, un búho (mochuelo), una vela encendida, un libro abierto, un árbol, un sol con un rostro, una ruma de libros o una pirámide egipcia, al cual le agregaban una locución en latín. Otros, en vez de colocar una inscripción en latín, rodeaban al sello con una imagen de laureles. Por último, alrededor del sello solían emplear una figura geométrica (un círculo, un triángulo, un rectángulo, un óvalo, un rombo, etc. Cuando un iluminado dejaba este mundo y venían a registrar (o buscar) su biblioteca, todos sus libros estaban sellados y si ese libro iba a parar a alguna librería para ser vendido, tenían mayor cotización por pertenecer a un iluminado. Se dice –en la actualidad– que un verdadero bibliófilo, no podía serlo si no poseía en su biblioteca al menos, un libro que tenga el sello de un iluminado. 

Varios de estos libros, se encuentran en la biblioteca del Vaticano y en algunas grandes bibliotecas del mundo, pero no siempre están al alcance del público en general, si se tratara de un libro (único ejemplar) que forma parte de tal colección. También se pueden encontrar algunos libros con estos sellos en la Real Biblioteca, puesto que el sello Ex libris siempre acumula entre sus archivos una notable e importante característica en los ejemplares, ya que varios de ellos no solo fueron libros de las bibliotecas que pertenencían a los iluminados, sino también a reyes, reinas o miembros (bibliófilos) cuyas colecciones particulares fueron donadas o adquiridas a esta gran biblioteca. Por esta razón, si alguno se llega a topar con algún libro que en la actualidad tenga un sello con las características mencionadas, 

                                  

No hay comentarios:

Publicar un comentario