viernes, 17 de diciembre de 2021

El día que me reuní con tres grandes profesores, humanistas y dilectos amigos

 


¡Qué rápido pasa el tiempo! Llegamos a mediados de diciembre y Facebook me recordó que hace dos años (2019), por estas fechas, aconteció un encuentro con tres grandes amigos, que a la vez, son tres grandes personas y excelentes seres humanos como son el profesor Julio Solís y mis dos grandes amigos Jonathan Abanto y Waldemir Ayala.

Este encuentro fue posible gracias a la invitación del profesor Julio Solís Gózar, quien tuvo la generosidad de contactarse conmigo para invitarme a su casa en compañía de Jonathan y Waldemir con el fin de pasar una tarde llena de conversaciones filosóficas y académicas. El profesor Julio no solo nos invitó a su casa, sino que se tomó la molestia (gran gesto de su parte) de recogernos a cada uno y llevarnos en su auto hasta su domicilio, tal como lo pueden observar en la siguiente foto.


De esa manera, nos reunimos en su casa y en efecto, más allá de compartir una grata tertulia, nos mostró su biblioteca y nos presentó a parte de su familia, entre los miembros, estaba su hermano, persona con la cual Waldemir habló en francés. Compartimos con su familiar un almuerzo y recuerdo que el profesor Solís nos pidió permiso para tomar una foto del almuerzo como un recuerdo para la posteridad, ya que tampoco es posible reunir a parte de la familia en un día que consideró especial. 


Luego nos llevó a su biblioteca y nos habló de los planes de Philos Iuris para el próximo año (2020), claro que, ninguno de nosotros se imaginó que la pandemia vendría para marzo y cambiarían estos planes. Nos mostró varios de sus libros sobre derecho, filosofía y literatura. Uno de los temas que se trató fue sobre cómo hicimos para aprender latín, Jonathan y yo, lo cual se lo platicamos y se quedó sorprendido al saber que Jonathan y yo somos amigos desde el cuarto grado de la escuela primaria. También le causó sorpresa al profesor, cuando le dije que si no hubiera sido por el latín, no hubiera conocido a Waldemir, como si la diosa de las humanidades o el dios de la lengua latina se hubiera encargado de colocarnos en el camino. Al final, celebramos tal encuentro como el vino marca Unión, un vino que para mí es riquísimo puesto que, léalo bien, no contiene alcohol y por lo tanto, no representa peligro para la salud. Así culminamos una extraordinaria velada.

Ahora bien, ya que se acaba el año, permítanme compartir con ustedes, amables lectores, lo siguiente respecto a ellos y el por qué los considero no solo grandes amigos, sino grandes profesionales y personas.

1. Sobre Julio Solís Gózar. Conocí en persona al profesor Solís el año 2013 gracias a que él me contactó para coordinar conmigo la presentación de mis libros Latín Jurídico y Teoría General del Derecho en la UPN de la sede norte. El profesor Solís es especialista en derecho romano y en el curso de Obligaciones. No obstante, el amor y la pasión que siente al enseñar el curso de Derecho Romano es desbordante y sobre todo, motivadora, pues cuando uno escucha sus clases, logra que nazca en el estudiante de Derecho, el gusto y la investigación por aprender cada día algo más sobre el derecho romano. Además de ello, su gusto por la poesía, la literatura y la música lo convierten en un gran humanista de nuestro tiempo en nuestro país. Por mi parte, estoy muy agradecido con el profesor Solís ya que a bien, siempre tiene la amabilidad de invitarme y convocarme (como también a Jonathan) a los eventos que efectúa con Philos Iuris o a los eventos que se organizan en la universidad donde trabaja como catedrático. De esta manera, para mí, el profesor Solís ya forma parte de la nómina de profesores de Derecho Romano que quizá sea uno de los últimos en esta especialidad.

2. Sobre Jonathan Abanto Valverde. Escribir sobre Jonathan, pienso que no bastaría un pequeño párrafo, sino quizá varios libros. Por ahora, para ser algo breve, solo diré que si no fuera por Jonathan, quizá mi interés en aprender latín hubiera desaparecido hace mucho. A Jonathan lo considero más que un amigo, un hermano, no solo porque lo conozco desde cuarto de primaria, sino porque desde que entablamos una amistad siendo aún muy niños, no hemos perdido el contacto durante todos estos años. Si bien es cierto, Jonathan forma parte de mis cinco mejores amigos y aunque cada uno de ellos tiene algo peculiar que lo caracteriza, en el caso de Jonathan, puedo decir, que es el único con quien he conversado más veces en latín por messenger y WhatsApp (cuando él usaba celular, ya que actualmente no usa). Sí, como lo leen bien, con Jonathan chatéabamos en latín (de paso nos servía para seguir ejercitándonos en la lengua de Cicerón y seguir aprendiendo). Jonathan, no solo sabe latín, sino también hebreo y griego antiguo, además de saber muy bien el inglés moderno. Aparte, estudió lingüística en San Marcos y es quien aplica la corrección de estilo a la mayoría de mis libros. Con Jonathan hemos publicado algunos textos en coautoría, tanto en latín jurídico como el más reciente de redacción jurídica y seguimos trabajando en un nuevo libro. Quisiera hablar más sobre Jonathan, pero eso lo hice en otro escrito mío y para leerlo, te invito a buscarlo aquí en mi blog que lleva por título Mi amistad con Jonathan Abanto Valverde (en la etiqueta búscalo más rápido si colocas Diario de Efraín). 

3. Sobre Waldemir Ayala Ríos. Así como conocí a Jonathan en un salón de clase, a Waldemir lo conocí en otro salón de clase, pero en un aula universitaria. Era el año 2010 y buscaba aprender latín, pero ya por mi cuenta en otros lugares, pues con Jonathan, una vez que dejamos los estudios con el maestro latinista, decidimos que cada uno debe reforzar lo aprendido por cuenta propia y por caminos distintos. Así fue como en la UARM (donde yo ya estaba estudiando cursos de Filosofía) vi en su publicidad que se iba a abrir un curso de Latín I a cargo del profesor Eduardo Borrell. Me inscribí al curso y fue ahí, donde vi a un joven delgado de lentes que prestaba mucha atención a la clase, lo curioso fue que él (Waldemir) prestaba atención a mis preguntas e intervenciones, pues confieso que en clases, suelo ser muy preguntón para no quedarme con la duda de algo y aprender. Así fue como nos hicimos amigos. Grata fue mi sorpresa al saber que Waldemir, ya por aquel entonces, también sabía otros idiomas (inglés, su especialidad; francés e italiano). Recuerdo que en una de las últimas clases intercambiamos tarjetas personales y desde ahí, no supe más de él hasta el 2018 que nos volvimos a contactar. Ahora bien, mi amistad con Waldemir no es tan frecuente, pero cuando hemos quedado en vernos para conversar o chatear, debo decir, que guardo un profundo respeto y admiración a su persona. Agrego que cada vez que he conversado o chateado con Waldemir, siempre aprendo algo nuevo acerca del latín, del griego e incluso del hebrero. Si te preguntas ¿por qué digo esto? Porque Waldemir estudió Hebreo Clásico en Jerusalén y también griego y latín en Polis (buscar en Google The Polis Institute). Aparte, estudió filología inglesa y otros idiomas como francés e italiano que no solo los lee, sino también los habla muy pero muy bien, casi como si fuera su lengua natal. Con Waldemir hemos trabajado el estudio introductorio de una obra del alemán Erik Wolf sobre la ontología jurídica en el pensamiento griego y él se encargó de trabajar la traducción de las palabras griegas. Además, estamos trabajando una nueva traducción de una obra que ya pronto anunciaré. En la actualidad, son muy pero muy pocos los profesores de Griego Antiguo en mi país y tengo la suerte de conocer a uno de los mejores, si no, al mejor como lo es Waldemir. Me alegra contar con la amistad de Waldemir, ya que aparte de ser uno de los últimos humanistas y filólogos peruanos, también sabe dar buenos consejos. 

Un punto en común con Jonathan y Waldemir es que con ellos hemos trabajado en el centro Formación Cultural Peruana Internacional precisamente enseñando Latín (Jonathan, yo y Waldemir) y Griego (Waldemir). Puedes buscar el nombre del centro en Facebook.

Por esta razón, reitero las gracias al profesor Julio Solís Gózar por invitarnos a su casa en diciembre de 2019, ya que fue un grato y especial día compartir anécdotas y experiencias académicas junto a tres grandes y dilectos amigos. 

Si has llegado hasta aquí, te agradezco haber leído este escrito mío. Si te gustó, por favor y desde tu propio Facebook déjame tu comentario y dime ¿qué opinas de nuestra gran amistad? 

¡Que tengas un buen día!

Diario de Efraín
Escrito por: David E. Misari Torpoco
17 de diciembre de 2021






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