lunes, 11 de julio de 2022

35. El filósofo que se suicidó después de haber entregado su tesis a la universidad

Toda la tarde del domingo la pasé en mi biblioteca y revisaba algunos de los libros que compré. Entre ellos, me topé con un filósofo algo desconocido para mí (no lo niego), pero que al comenzar a leer sobre su vida, captó mi atención por su forma de ver no a la vida, sino a la muerte.


Se trata de Carlo Michelstaedter, filósofo italiano, quien vio al suicidio como algo normal y necesario (ojo con esto). Michelstaedter, empezó a darse cuenta que si uno comienza a tener arrugas en la piel (el rostro, por ejemplo) o si empieza a tener canas, es clara muestra que se aproxima a su muerte. Como bien saben los que me conocen, estoy interesado en todas aquellas obras que tratan sobre la muerte y el suicidio (en especial esta última), por lo que empezaré a buscar sus obras.


Por cierto, después del suicidio del filósofo Mainländer una vez que recibió sus libros, este filósofo (Michelstaedter) se suicidó de una manera peculiar. Una vez que Michelstaedter entregó su tesis a la universidad, se fue a su casa, sacó un revólver y se pegó un tiro volándose los sesos. Se suicidó a los 23 años y, para su corta edad, dejó una obra completa y varios escritos filosóficos.


Uno de los pensamientos que leí de Michelstaedter (al cual investigaré más) trata sobre la infelicidad humana. Michelstaedter sostiene que el hombre es infeliz, porque sus deseos siempre se reproducen una y otra vez. El hombre siempre vive deseando lo que no tiene, por eso consideró que las personas que viven anhelando lo que no poseen, no solo son infelices, sino las más vacías, porque cuando se acaba el placer momentáneo de algo (digamos del sexo), entonces va en busca de un «nuevo deseo, lo cual le crea una excitación y a la vez una angustia. El hombre que siempre vive deseando cosas, entonces será el más infeliz de todos. Será por esto que Epicuro solía decir que el sabio es aquel hombre que no desea nada o no desea mucho.


Escritos desde la morgue
Escrito por: David E. Misari Torpoco

                                           

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