Toda la tarde del domingo la pasé en mi biblioteca y revisaba algunos de los libros que compré. Entre ellos, me topé con un filósofo algo desconocido para mí (no lo niego), pero que al comenzar a leer sobre su vida, captó mi atención por su forma de ver no a la vida, sino a la muerte.
Se trata de Carlo Michelstaedter, filósofo italiano, quien
vio al suicidio como algo normal y necesario (ojo con esto). Michelstaedter, empezó
a darse cuenta que si uno comienza a tener arrugas en la piel (el rostro, por
ejemplo) o si empieza a tener canas, es clara muestra que se aproxima a su
muerte. Como bien saben los que me conocen, estoy interesado en todas aquellas
obras que tratan sobre la muerte y el suicidio (en especial esta última), por
lo que empezaré a buscar sus obras.
Por
Uno de los pensamientos que leí de Michelstaedter (al cual
investigaré más) trata sobre la infelicidad humana. Michelstaedter sostiene que
el hombre es infeliz, porque sus deseos siempre se reproducen una y otra vez.
El hombre siempre vive deseando lo que no tiene, por eso consideró que las
personas que viven anhelando lo que no poseen, no solo son infelices, sino las
más vacías, porque cuando se acaba el placer momentáneo de algo (digamos del
sexo), entonces va en busca de un «nuevo deseo, lo cual le crea una excitación
y a la vez una angustia. El hombre que siempre vive deseando cosas, entonces
será el más infeliz de todos. Será por esto que Epicuro solía decir que el
sabio es aquel hombre que no desea nada o no desea mucho.
Escritos desde la morgue
Escrito por: David E. Misari Torpoco
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