domingo, 21 de agosto de 2022

La avispa psicópata (cuento)

 El profesor Carlos Otero, experto en entomología, llevó a su laboratorio un frasco que contenía una avispa, pero no se trataba de cualquier avispa, sino una llamada «avispa esmeralda».


Su asistente, la señorita Patricia Bossé notó que el profesor Carlos ingresó rápido al laboratorio y al verlo muy emocionado, le preguntó:


—Profesor, ¿sucede algo?

—¡La encontré! —respondió el profesor entusiasmado.

—¿Qué encontró?

—A la avispa psicópata.

—¿Qué dice?

—¿Recuerdas que te hablé de una especie de avispa que puede controlar la mente de otros insectos, en especial de las cucarachas?

—Claro que sí, lo recuerdo.

—Pues bien, aquí está, ¡contempla a la avispa esmeralda!


Una vez que dijo eso, el profesor tomó el frasco con una mano y la levantó para que Patricia pueda observarla detenidamente mientras el insecto caminaba dentro del frasco. En eso, Patricia se dio cuenta que esa avispa poseía un color particular, no en vano se llamaba «esmeralda». El cuerpo de la avispa era color esmeralda (a diferencia de las avispas comunes). Sin embargo, fuera del color, Patricia no notó algo ‘asombroso’ en aquel insecto. El profesor se dio cuenta que Patricia no estaba tan impactada tras ver a la avispa dentro del frasco, entonces le dijo que vaya al laboratorio de un colega y le traiga un par de cucarachas, pero no cualquier cucaracha, pues tenían que ser cucarachas americanas. Patricia asintió y salió del laboratorio a traer esas cucarachas.


Tres horas después, Patricia regresa al laboratorio y se dio cuenta que el profesor ya tenía acondicionado un pequeño ambiente para los insectos. El profesor le dijo a Patricia lo siguiente:


—Hoy serás testigo del ‘poder’ que tiene esta avispa cuando haga contacto con la cucaracha.

—¿Los piensa juntar, profesor?

—¡Claro!, solo así empezará el espectáculo.

—Tengo curiosidad por ver eso que me comentó, eso de que la avispa puede controlar la mente de otros insectos —dijo Patricia algo dubitativa.

—No te preocupes, querida y bella Patricia, ahora lo verás. Dame las cucarachas.


Patricia le entregó un frasco donde había varias cucarachas americanas y con mucho cuidado, el profesor lo abrió  para sacar a una cucaracha y colocarla dentro de una pecera rectangular. Ahora los dos insectos estaban en el mismo lugar y solo era cuestión de tiempo.


El profesor le explica a Patricia que la persona que le consiguió esta avispa y se la dio, le comentó que el insecto estaba por empezar su ciclo de reproducción, pues se trataba de una avispa hembra.


De pronto, Patricia se percató que la avispa con un rápido movimiento se colocó encima de la cucaracha y le clavó su aguijón en una zona que queda entre la cabeza y el primer segmento torácico de la cucaracha. El profesor la miró y dijo: 


—¡Prepárate, Patricia! Porque aquí es donde empieza un acto macabro y siniestro de la naturaleza que solo ocurre en el mundo de los insectos.


Patricia quedó algo sorprendida por la manera en la que el profesor le dijo eso y le preguntó:


—¿Ahora qué pasará?

—Esto que ves es algo natural en esta clase de avispas, pues para que las larvas logren desarrollarse, la madre, la que ves ahí, debe buscar cucarachas como esa, sin embargo, estas pobres cucarachas no saben que vinieron al mundo para servir de «recipientes» y al final, tener una muerte terrible.

—¿Por qué lo dice?

—Es por eso que la llamo ‘avispa psicópata’. Verás, ahora que la avispa le colocó su aguijón, lo que hace es inyectarle un poderoso veneno que hará de la cucaracha una «zombie».

—¿Cómo dice?

—Lo que escuchaste, bella Patricia. En otras palabras, lo que la avispa acaba de hacer es empezar  un proceso de «zombificación», la cual acompañará con un segundo pinchazo para la pobre cucaracha en el cerebro, pues con eso, la cucaracha quedará en una especie de estado vegetal, aunque no del todo, porque la verás caminar algo lento, pero sin comer nada y sin reflejos, pues se habrá convertido en un insecto «zombie».

—¿De verdad le ocurrirá eso o me está mintiendo?

—¿Por qué te mentiría?

—No lo sé, para asustarme quizá.

—Para nada, solo te digo lo que pasará y lo podrás observar por ti misma.

—¡Qué miedo!

—No se debe tener miedo, porque no es nuestro caso, sin embargo, esa avispa también esperará el momento oportuno para cortar las antenas de la cucaracha rápidamente.

—¿Cortar las antenas?, ¿por qué hará eso?

—Mis investigaciones no han dado con el clavo, pero los trabajos elaborados de otros entomólogos tampoco saben el por qué hacen eso, sin embargo, se especula que lo hacen para ver si el veneno que le administraron a la cucaracha fue la dosis justa, pero como te digo, son solo conjeturas,  puesto que aún no hay una explicación científica y clara que así lo establezca.

—Y luego, ¿qué pasará con la cucaracha?

—¿Ves ese frasco que puse en la esquina de la pecera?

—Sí.

—Pues bien, le construí una especie de «nido» con hojas y pequeñas piedras para que la avispa pueda llevar a la cucaracha «zombie» a ese lugar. En otras palabras, la avispa la conducirá ahí para llevar a cabo la segunda parte de su cometido y para eso, la guiará con sus antenas.

—Dijo ¿segunda parte de su cometido?

—Claro, pues esta avispa no ha convertido en «zombie» a la cucaracha por nada, pero esperemos un poco para que veas como la guía a su «nido».


Al poco tiempo —efectivamente— la avispa empezó a guiar a la cucaracha, quien bajo los efectos del proceso de «zombificación», se deja llevar hasta a ese «nido» que el profesor había preparado en un frasco dentro de la pecera. Ahí, la avispa, nuevamente se acerca a la cucaracha y esta vez le introduce un huevo (deposita el huevo sobre una parte del abdomen de la cucaracha). Luego, la avispa empezó a sellar el lugar con piedras pequeñas y hojas que estaban dentro de la pecera, lo cual le tardó como cuarenta minutos hacerlo. Durante todo ese tiempo, la cucaracha siguió ‘viva’ ahí dentro e incluso se movía lentamente, pero no parecía hacerlo con voluntad propia.


Mientras la avispa sellaba el nido, el profesor colocó una pequeña cámara que grabaría todo el proceso durante el resto del ciclo reproductivo.


Pasaron dos semanas y Patricia, quien siguió de cerca todo lo que aconteció con la avista y luego de revisar bien el video, redactó un informe sobre el proceso de evolución de la larva. El profesor quedó maravillado por la redacción detallada del informe y sintió gusto que Patricia haya aprendido mucho sobre las avispas esmeraldas. Una semana después, el profesor recibió un correo en el que lo invitaban como ponente a dar una conferencia en el congreso de entomólogos a fines de ese mes. Rápidamente, el profesor imprimió la invitación y lo llevó al laboratorio. Una vez que llegó, esperó que Patricia llegara para comentárselo, pero cambió de opinión y decidió decirle otra cosa. Patricia llegó al laboratorio, se disculpó por la tardanza, pero el profesor le dijo que no se preocupara y que lo escuche, porque le tiene una buena noticia. Ella, algo sorprendida, lo miró y el profesor le dijo:


—¡Llegó tu hora, Patricia!

—¿De qué habla, profesor?

—Me invitaron a dar una conferencia en el congreso de entomólogos, pero quiero que vayas conmigo y seas tú la que disertes en la conferencia sobre la avispa esmeralda.

—Pero, profesor, lo invitaron a usted, no a mí, además, solo soy bachiller.


El profesor se acercó a ella, colocó sus manos sobre los hombros de Patricia y mirándola fijamente le dijo:


—Eso nada tiene que ver, lo harás bien, bella Patricia, pues a tus veintisiete años con la carrera ya culminada has aprendido bastante desde que llegaste a trabajar conmigo este año. Quiero que des esa conferencia, pues lo único que tienes que hacer es estudiar bien tu informe, analizar una vez más el video, preparar buenas diapositivas tal como lo sabes hacer y listo. Estoy convencido que ese día darás una gran conferencia sobre el ciclo reproductivo de la avispa esmeralda. Yo confío en ti.


Patricia al notar la seguridad y determinación con la que el profesor le habló, decidió dar esa conferencia.


Pasaron dos semanas y llegó el fin de mes. Llegó el día del evento y el profesor Carlos con Patricia, bien vestidos, asistieron al congreso de entomólogos donde se encontrarían con otros profesores de Zoología, Biología y especialistas en entomología de diversas universidades del país y algunas del extranjero. Llegó el turno de Patricia y ella, algo nerviosa, pero entre aplausos, subió al estrado, se paró detrás del podio, miró al público, respiró, exhaló y empezó a disertar sobre las avispas esmeraldas a la vez que mostraba las diapositivas en la pantalla gigante. Su exposición fue tan buena que concluyó con las siguientes palabras:  


«[…] Luego de este tiempo, del huevo surge la larva, la cual cava un pequeño agujero en el abdomen. De esta manera, la larva empieza a crecer dentro de la cucaracha «zombie» y mientras lo hace, se alimenta, primero de los fluidos y posteriormente de los órganos internos de esta, pero con mucho cuidado para mantenerla con vida el tiempo necesario hasta que ella (la larva) se vuelva adulta. Digamos que la cucaracha «zombie» se encuentra ante una lenta y cruel muerte. Una vez que termina este proceso de desarrollo y crecimiento de la larva, esta emerge del interior de la cucaracha, reventándole el abdomen, algo así como lo que ocurre en la película «Alien», pero lo mejor de esto es que la avispa sale adulta y la pobre cucaracha queda reducida a su exoesqueleto. Eso es todo. ¡Muchas gracias!».


Una vez que terminó, la audiencia, desde sus asientos, aplaudió, pero algunos entomólogos que no habían profundizado en el estudio de las avispas se pusieron de pie y la aplaudieron. El profesor Carlos se sentía orgulloso de Patricia, pues para ser su primera conferencia y como bachiller, lo hizo muy bien. Al final del evento, el profesor Carlos invitó a Patricia a cenar y fueron a un lujoso lugar para eso. Aparte de la cena, para brindar por la gran conferencia que disertó Patricia, salieron del restaurant y se fueron a un bar. Las horas pasaron y ya era algo tarde, Patricia tenía que irse, pero estaba mareada al igual que el profesor, sin embargo, ella abrazó al profesor y le agradeció, entre lágrimas, por todo lo que aprendió de él y lo besó, pero a los pocos segundos se apartó de él y le ofreció disculpas. El profesor sorprendido por ese beso, tomó el rostro de Patricia, le dijo que no tenía que disculparse de nada y la besó con más ganas, a lo que Patricia, mareada, siguió besándolo. Los besos se tornaron más apasionados y la mano del profesor empezó a bajar hasta tocarle la vagina, pero ella detuvo su mano, dejó de besarlo, se acercó a su oído y le dijo en voz baja «vamos a mi departamento, mi amiga no está hoy, así que estaremos solos». El profesor no lo pensó dos veces y salieron de aquel bar, pararon un taxi y se fueron al departamento de Patricia.


Una vez que ingresaron al departamento, ella lo tomó de la corbata y lo guio hasta su cuarto. Se desnudaron y se echaron a la cama. Mientras hacían el amor, hubo un momento en que Patricia, quien estaba debajo de él, lo abrazo con fuerza y le empezó a arañar la espalda. Esto hizo que el profesor se excitara más, pero en eso, Patricia miró fijamente al profesor y con una expresión siniestra en su rostro, le dijo:


—¡Ahora te introduciré mi veneno!


El profesor la miró asustado, pero ella lo abrazó con más fuerza, además, cruzó sus piernas sobre las piernas del profesor, lo cual hizo que este no pudiera moverse, pues increíblemente, Patricia tenía una fuerza descomunal. De pronto, el profesor siente que ni siquiera puede retirar su pene de la vagina de Patricia. En eso, de la cabeza de Patricia emerge un gran aguijón, parecido a la cola de un escorpión, el cual penetra en la cabeza del profesor Carlos. Este grita de dolor y hace todo lo posible por zafarse, pero es inútil, pues el veneno de ese aguijón empezó a adormecerlo, mientras Patricia reía a grandes carcajadas y a los pocos minutos, el profesor se desmayó. Es aquí donde a través del aguijón, Patricia introdujo un huevo. Todo lo que aconteció después con el crecimiento y desarrollo de la ‘larva’ dentro del cuerpo del profesor es historia conocida.


Al día siguiente, una hermosa mujer adulta emerge del cuerpo del profesor Carlos quien ahora era un cadáver. Patricia observa el cuerpo desnudo de la mujer y le dice:


—Hails, hija mía. Entra a esa pequeña habitación y espérame ahí.


La mujer desnuda con una mirada psicópata sonrío y se dirigió a esa pequeña habitación. Patricia arrastró el cuerpo del profesor y llegó a una puerta blanca, la cual abrió. Arrastró el cuerpo del profesor, lo dejó en el piso y prendió la luz. Se trataba de un laboratorio donde había más cadáveres, pero encerrados en una especie de ataúdes de vidrios. Al final de esta habitación había tres ataúdes vacíos, pero uno de ellos decía «Carlos Otero». Una vez que colocó el cadáver del profesor en el ataúd de vidrio, lo miró, sonrió y mientras acariciaba el rostro del profesor, dijo en tono burlesco:


—«Pobrecito, ¿no te diste cuenta que todo este tiempo yo fui la avispa y tú, la asquerosa cucaracha? ¡Imbécil!».


Fin  

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Cuento: La avispa psicópata

Autor: David E. Misari Torpoco





 

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