Chéjov: ¿Cuál es el secreto para escribir tantos libros y ser leído por una gran audiencia?
Tolstoi: Escribir mucho.
Chéjov: No entiendo.
Tolstoi: Escribe varios cuentos, varias novelas, varios relatos, pero ¡ESCRIBE! ..verás que de 10 libros que escribas, al menos 1 o 2 serán bien léidos y te felicitarán por esos trabajos. Aunque...
Chéjov: ¿...aunque...?
Tolstoi: Yo no escribo para ser leído, yo escribo para mí. Si bien, tengo varios libros que han sido publicados, en casa, en algunos cajones, tengo varios cuadernos con otros escritos míos que aun no han visto la luz, pues no han sido publicados.
Chéjov: ¿Y piensas publicarlos?
Tolstoi: La verdad...No.
Chéjov: Entonces ¿por qué los has escrito?
Tolstoi: Porque la vida misma, no es una ficción, sino una realidad.
Chéjov: Pero Dostoyevski, Turguenev, que hace algunos años se nos adelantaron, llegaron a publicar casi todo lo que escribieron. Deberías hacer lo mismo, León.
Tolstoi: Sería quizá lo apropiado, pero no estoy interesado en hacerlo.
Chéjov: Entonces ¿por qué seguir escribiendo?
Tolstoi: Porque amo la escritura, como la literatura. Para mí, la escritura es como la más bella de todas las mujeres a la cual tengo que ver a diario para ser feliz, en mi caso, tengo que escribir a diario para sentirme vivo y ser feliz, en otras palabras, escribo para no morir.
Chéjov: No pude esperar más del hombre a quien admiro mucho, aunque no esté de acuerdo sobre lo que piensas de Napoleón en tu Ana Karenina, pero eso no disminuye mi admiración hacia tu persona, León, ojalá algún día llegue a tener aunque sea, un poco de tinta de la pluma que tienes para escribir, con eso me conformaría.
Tolstoi: No es para tanto, Chejonté, tú tienes lo tuyo, estuve revisando unas cuantas obras tuyas y tus escritos, como el de la gaviota, el juez pesquisor, el obispo, sobre el amor, el vengador, entre algunos más, me parecen fascinantes. Pero tranquilo, no te me subas a una nube que aun estás en tierra firme. Sabes como ir de lo pintoresco y el humor, hasta la desolación, la soledad y la angustia, el cambio que haces en tus personajes cuando tocas los aspectos sentimentales, es estupendo, como cuando bruscamente pasas del amor al odio, muchas veces sin un motivo alguno, porque se puede amar a la persona que al mismo tiempo, odias. Deberías ponerle un poco más de misticismo quizá, o un encuentro con nuestro creador a uno de tus personajes que le cambie su mala vida, por una buena.
Chéjov: Te agradezco el consejo que me das, León, pero prefiero no quitarle el realismo, la vida es así, con sus altibajos, no todo es felicidad, o no siempre al final, el protagonista es el héroe, cuando tranquilamente puede terminar siendo el villano. Algo de lo que me he dado cuenta, es que muchas veces un hombre puede llegar a amar a una mujer, pero lo extraño de la vida, es que por más que la ame, es como si por momentos, quisiera a la vez, probar el cuerpo de otras mujeres. Quizá, a la mujer le pase lo mismo, soy médico y como tal, me he dado cuenta que el cerebro de la mujer es anatómicamente muy distinto al de un varón, tiene un cuerpo calloso más ancho, más extenso y por tanto, las conexiones inter-hemisféricas son mayores, razón por la cual, concibe y siente al amor, diferente al de un varón. por eso la mujer es más integradora y el varón es más esquizofrénico, tiende más a la separación si ve que la mujer lo hostiga demasiado(*).
Tolstoi: ¡Increíble! Gracias a tu carrera puedes ver lo que quizá yo no puedo ver, pero acabas de matar al amor con tantos tecnicismos y léxico complejo. El amor no funciona así, simplemente se da, como cuando nuestro creador dijo Fiat lux y la luz, fue hecha, además...
(Un amigo de Chéjov, interrumpe el diálogo con Tolstoi y le dice que deben partir rápidamente porque uno de sus pacientes está muy mal).
Chéjov: Querido León, sabes que quisiera seguir platicando contigo porque hemos llegado a un tema que tiene para más, pero mi deber de médico es primero.
Tolstoi: No te preocupes, Chejonté, yo también debo retirarme a seguir escribiendo, pues tengo una cita con uno de mis personajes y gracias a esta plática, acabo de concebir algunas ideas para mi obra.
Chéjov: Ah, por cierto León, tomémonos una foto para el recuerdo, aprovechando que el buen Mijhailov está aquí, con su cámara nomás.
Tolstoi: Sabes que no me gustan las fotos, pero por ser mi amigo, te la acepto.
Tolstoi: Escribir mucho.
Chéjov: No entiendo.
Tolstoi: Escribe varios cuentos, varias novelas, varios relatos, pero ¡ESCRIBE! ..verás que de 10 libros que escribas, al menos 1 o 2 serán bien léidos y te felicitarán por esos trabajos. Aunque...
Chéjov: ¿...aunque...?
Tolstoi: Yo no escribo para ser leído, yo escribo para mí. Si bien, tengo varios libros que han sido publicados, en casa, en algunos cajones, tengo varios cuadernos con otros escritos míos que aun no han visto la luz, pues no han sido publicados.
Chéjov: ¿Y piensas publicarlos?
Tolstoi: La verdad...No.
Chéjov: Entonces ¿por qué los has escrito?
Tolstoi: Porque la vida misma, no es una ficción, sino una realidad.
Chéjov: Pero Dostoyevski, Turguenev, que hace algunos años se nos adelantaron, llegaron a publicar casi todo lo que escribieron. Deberías hacer lo mismo, León.
Tolstoi: Sería quizá lo apropiado, pero no estoy interesado en hacerlo.
Chéjov: Entonces ¿por qué seguir escribiendo?
Tolstoi: Porque amo la escritura, como la literatura. Para mí, la escritura es como la más bella de todas las mujeres a la cual tengo que ver a diario para ser feliz, en mi caso, tengo que escribir a diario para sentirme vivo y ser feliz, en otras palabras, escribo para no morir.
Chéjov: No pude esperar más del hombre a quien admiro mucho, aunque no esté de acuerdo sobre lo que piensas de Napoleón en tu Ana Karenina, pero eso no disminuye mi admiración hacia tu persona, León, ojalá algún día llegue a tener aunque sea, un poco de tinta de la pluma que tienes para escribir, con eso me conformaría.
Tolstoi: No es para tanto, Chejonté, tú tienes lo tuyo, estuve revisando unas cuantas obras tuyas y tus escritos, como el de la gaviota, el juez pesquisor, el obispo, sobre el amor, el vengador, entre algunos más, me parecen fascinantes. Pero tranquilo, no te me subas a una nube que aun estás en tierra firme. Sabes como ir de lo pintoresco y el humor, hasta la desolación, la soledad y la angustia, el cambio que haces en tus personajes cuando tocas los aspectos sentimentales, es estupendo, como cuando bruscamente pasas del amor al odio, muchas veces sin un motivo alguno, porque se puede amar a la persona que al mismo tiempo, odias. Deberías ponerle un poco más de misticismo quizá, o un encuentro con nuestro creador a uno de tus personajes que le cambie su mala vida, por una buena.
Chéjov: Te agradezco el consejo que me das, León, pero prefiero no quitarle el realismo, la vida es así, con sus altibajos, no todo es felicidad, o no siempre al final, el protagonista es el héroe, cuando tranquilamente puede terminar siendo el villano. Algo de lo que me he dado cuenta, es que muchas veces un hombre puede llegar a amar a una mujer, pero lo extraño de la vida, es que por más que la ame, es como si por momentos, quisiera a la vez, probar el cuerpo de otras mujeres. Quizá, a la mujer le pase lo mismo, soy médico y como tal, me he dado cuenta que el cerebro de la mujer es anatómicamente muy distinto al de un varón, tiene un cuerpo calloso más ancho, más extenso y por tanto, las conexiones inter-hemisféricas son mayores, razón por la cual, concibe y siente al amor, diferente al de un varón. por eso la mujer es más integradora y el varón es más esquizofrénico, tiende más a la separación si ve que la mujer lo hostiga demasiado(*).
Tolstoi: ¡Increíble! Gracias a tu carrera puedes ver lo que quizá yo no puedo ver, pero acabas de matar al amor con tantos tecnicismos y léxico complejo. El amor no funciona así, simplemente se da, como cuando nuestro creador dijo Fiat lux y la luz, fue hecha, además...
(Un amigo de Chéjov, interrumpe el diálogo con Tolstoi y le dice que deben partir rápidamente porque uno de sus pacientes está muy mal).
Chéjov: Querido León, sabes que quisiera seguir platicando contigo porque hemos llegado a un tema que tiene para más, pero mi deber de médico es primero.
Tolstoi: No te preocupes, Chejonté, yo también debo retirarme a seguir escribiendo, pues tengo una cita con uno de mis personajes y gracias a esta plática, acabo de concebir algunas ideas para mi obra.
Chéjov: Ah, por cierto León, tomémonos una foto para el recuerdo, aprovechando que el buen Mijhailov está aquí, con su cámara nomás.
Tolstoi: Sabes que no me gustan las fotos, pero por ser mi amigo, te la acepto.
(Luego de la foto, ambos se despidieron como dos grandes amigos, teniendo un encuentro más por última vez, unos meses después).
(*): Últimas palabras extraídas del programa La función de la palabra.
Diálogo ficticio escrito por David Efraín Misari Torpoco entre Anton Chéjov y León Tolstoi.
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