lunes, 27 de junio de 2022

La maldición de Carlsen a Firouzja

El joven Alireza Firouzja se mostraba como una joven promesa en el ajedrez, incluso el mismo Magnus Carlsen lo denominó como su “heredero” y dijo en una entrevista que solamente disputaría el título mundial con él. Muchos ajedrecistas empezaron a ver en Firouzja al futuro campeón. Sin embargo, cierto día, Firouzja pactó un encuentro con Carlsen, a lo que el ajedrecista noruego le preguntó «¿estás seguro?» y Firouzja respondió que sí, pues estaba seguro (incluso) de ganarle la partida.

Llegó el día y la hora indicada, Firouzja lo esperó sentado con el tablero en orden y listo para empezar la partida, pero Magnus no llegaba. Pasaron quince minutos y llegó. Rápidamente, ingresó al lugar y buscó la mesa donde estaba Firouzja. Se acercó a él, ofreció disculpas por la tardanza, se estrecharon la mano y empezaron la partida.

Al principio, Firouzja iba muy bien y Carlsen solo analizaba las jugadas mediante un juego defensivo. Hasta que en determinado momento, Firouzja se acercó más a la zona del rey de Carlsen y este aplicó un enroque corto. Desde ahí, todo cambió. La partida empezó a ponerse peligrosa para Firouzja, pues Magnus ya lo tenía prácticamente todo controlado. Un par de jugadas más y listo, Magnus, tácticamente,, con su caballo por el lado derecho y su alfil por el lado izquierdo le aplicó el jaque. Fioruzja ya no tenía escapatoria, Magnus ganó.

Se estrecharon la mano, Magnus se puso de pie, le sonrió y se fue algo apurado. Firouzja se quedó con la mirada fija en el tablero y analizó las jugadas que ejecutó, pero no encontró el momento exacto en el que hizo algún movimiento malo que le abriera la posibilidad a Carlsen de voltear la partida y vencerlo. A la salida del lugar, Carlsen subió a su limusina y por el celular, un hombre extraño vestido con traje de monje medieval le dijo: «Te dije que ganarías, no hacía falta que salgas a prisa de aquí». Magnus respondió: «Lo sé, pero no te negaré que al principio me dio una pequeña complicación con sus caballos y torres». El hombre de la vestimenta extraña a quien no se le veía el rostro por estar cubierta con la capucha le dijo: «Firouzja es muy joven aún, mal endiosado porque aún es algo inexperto y no podría ser parte de la élite, pues a lo mejor le falta enfrentarse a rivales más serios, además, tenerse el atrevimiento de retarte a ti, es como si una cebra quisiera darle lucha a un león. Lo importante es que le ganaste y ahora la maldición caerá sobre él, pues ya tenemos lo que queríamos». Una vez que dijo esto, Magnus miró por la ventana de la limusina y sonrió de manera algo macabra.

Lamentablemente, lo cierto es que luego de ocho rondas seguidas, Firouzja se encuentra en el último lugar, juega para -2, y aún no ha logrado su primera victoria. Como diría Capablanca: «No hay nada tan saludable como una paliza en el momento adecuado» y Firouzja aprendió que nadie puede escapar de su destino y además, si retas al campeón y pierdes, entonces, automáticamente, dejas de ser ‘el mejor’.

Cuento escrito por: David E. Misari Torpoco
27 de junio de 2022



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