domingo, 9 de enero de 2022

6. Descartes | Gredos Perú colección Grandes Pensadores

Son varios estudiosos de la filosofía que sostienen que sin Descartes, el mundo, tal como lo conocemos, hubiera seguido viviendo en las tinieblas y en la oscuridad del pensamiento. No en vano y por más que Leibniz solía criticar mucho a Descartes, tuvo que reconocer que con Descartes, el mundo empezó una nueva era en la que ya Galileo Galilei y Copérnico se habían encargado de construir las bases. Nos referimos a la época de la filosofía moderna. El mundo conoce a Descartes más como un filósofo francés que aportó notables obras, pero olvidan que también fue geómetra y no cualquier matemático, sino que fue reconocido como el «padre de la geometría analítica»[1] y a su vez, sin duda alguna, como el «padre de la filosofía moderna».[2] Por otra parte, pocos saben que Descartes también estudió Derecho en la Universidad de Poitiers y obtuvo el título de abogado (licenciatura en Derecho) en el año 1616 cuando contaba con 20 años de edad. También estudió medicina. Respecto al derecho, nunca ejerció la carrera y dedicó ampliamente su tiempo al estudio de la filosofía y a escribir sus obras.


Algo que, en lo personal me causó gran emoción fue conocer la educación que recibió Descartes. Trataré de resumirlo lo mejor posible para que te enteres de su vasta erudición. Desde el año 1604 hasta el 1612 estudió en La Flèche (hasta sus dieciséis años). La gran ventaja que tuvo fue que durante los cinco primeros años de su formación, aprendió todo lo relacionado a la cultura clásica, así también, aprendió latín para estudiar a profundidad las obras de Cicerón, Horacio y Virgilio, como también griego antiguo para leer a Homero, Platón, Aristóteles y otros, sin embargo, reconoció que el griego no era «su fuerte», por lo que siguió leyendo a los clásicos griegos pero en latín. El estudio de las obras de Aristóteles como la Metafísica, Ética a Nicómaco y sus tratados de lógica fueron vitales para su formación, como también los estudios matemáticos a los que le dedicó profundo interés. 


Posteriormente, Descartes no solo nos dejaría como legado grandes y trascendentales obras, sino también que sería el precursor de un estudio fundamental al que denominó «método», pues gracias a ello, este estudio sería elemental en la búsqueda de la verdad y esto lo plasmaría en varias de sus obras. Asimismo, la importancia del pensamiento humano sería más que necesario abordarlo, puesto que para Descartes, el pensar y luego existir, va más allá de un simple cliché, pues con ello dejó atrás varios siglos de oscurantismo en el mundo occidental y fue el emblema del pensamiento moderno. Si bien, Descartes tomó esta idea de Agustín de Hipona y le aplicó mínimas diferencias de estilo que pasaron inadvertidas. Si bien, el mundo no se sostiene solo a bases de «ideas», sino que estas deben pasar a la acción del pensamiento, pues para el filósofo francés, la idea logra trascender cuando toda una sociedad la logra ejecutar en su contexto, solo así la idea se convierte en un pensamiento vivo y concreto. Descartes apostó por ello y el resultado fue que luego de Descartes, el mundo, en solamente pocos siglos, empezó a aplicar el «método» para trabajar nuevas teorías, fórmulas, nociones, estrategias, inventos, avances y otros aspectos que ayudaron a evolucionar a la humanidad.


En esta oportunidad, Gredos nos ofrece el tomo VI que contiene cinco obras notables de René Descartes, dos de ellas fueron la que lo hicieron ganar mayor reputación y prestigio pues tanto su Discurso del método y sus Reglas para la dirección del espíritu iba a ocuparle un lugar en el podio de la historia de la filosofía. También encontraremos su Investigación de la verdad por la luz natural, Las pasiones del alma y su Tratado del hombre. A continuación redactaré una breve explicación sobre estas tres obras y recuerda siempre que lo que leerás, no es explícitamente un resumen, pues la idea de mi trabajo, es despertar el interés en querer leer estas obras de manera completa.

 

·         Reglas para la dirección del espíritu. Esta obra se entiende mejor por su título en latín Regulae ad directionem ingenii (Reglas para la dirección de la mente). Probablemente fue escrita entre los años 1627 a 1629. En esta obra, Descartes aborda algunos problemas que se encuentran en el estudio de las ciencias y la filosofía, pero no se queda hurgando en los problemas, sino que nos ofrece una serie de reglas para explicarnos como desarrollar su método. En un principio, el filósofo pretendió desarrollar treinta y seis reglas, pero finalmente quedaron en veintiuno, pero las tres últimas solo se mencionaron y no se lograron desarrollar. Te compartiré solo cinco de las primeras doce reglas que tratan sobre su metodología científica en la nota al pie de este escrito.[3] En lo personal, una de las mejores obras que he leído de Descartes, pero eso sí, recomiendo tener ciertas nociones básicas en matemáticas, álgebra y geometría a partir de la regla XV, de lo contrario, sentirás que te perderás un poco. Para esta edición que nos ofrece Gredos, la traducción y notas estuvo a cargo del filósofo, profesor e investigador Luis Villoro.

·         Investigación de la verdad por la luz natural. De las cinco obras que Gredos nos ofrece, esta es la más pequeña (desde la página 75 a la 96). Es menester rescatar que Descartes escribió esta pequeña obra a manera de diálogo, en la que tres personajes ficticios con los nombres de Eudoxo, Epistemón y Poliandro entablan una conversación en la que tratan sobre la duda metódica, el «pienso, luego existo», los pensamientos respecto al mundo real, el problema de la mente, entre otros, en las que el filósofo francés quiso priorizar el poder de la razón y la libertad del hombre. Descartes quiso explicar como el hombre debe recurrir a la razón y no a los sentidos ni a los textos religiosos ni a otro tipo de fuente para fundar sus argumentos, pues enseña que un hombre pensante debe buscar y encontrar la verdad sin necesidad de recurrir a otras fuentes. De este modo, la ciencia y la filosofía empezará a cobrar mayor fuerza en este período del modernismo. Para esta edición, la traducción y notas estuvieron a cargo de Ernesto López y Mercedes Graña.

·         Discurso del método. Conocida como la principal obra[4] de Descartes. Se publicó en el año 1637 y lo hizo de manera anónima. Además, pocos saben que esta obra incluía (como prólogo) la Dióptrica, Meteoros y Geometría. Lo anecdótico es que en una carta al padre Mersenne, Descartes le escribe y comenta que optó por colocarle «Discurso» en el título y no «Tratado», porque no tenía intenciones de enseñar, sino solamente de exponer sus ideas. Además, tuvo cierto temor que sus ideas puedan incomodar a la Iglesia Católica y recibir por ello, algún tipo de condena tal como aconteció con Galileo, aunque en el fondo, Descartes estaba de acuerdo con las ideas del astrónomo y matemático italiano. Esta obra está escrita en seis partes, de las cuales, recomiendo leer la segunda (en la que expone cuatro reglas fundamentales para aplicar su método) y la tercera (en la que describe la duda metódica para llegar a la verdad). Por último, fue en esta obra donde expuso su cogito, ergo sum. La traducción y notas para esta edición de Gredos fue elaborado por el filósofo, teólogo y traductor español Manuel García Morente.

·         Las pasiones del alma. Esta obra fue producto de un intercambio epistolar que mantuvo con Isabel de Bohemia y del Palatinado en el año 1643. En estas cartas, Descartes respondió las preguntas que la princesa le hacía sobre cuestiones morales en los que versaban la felicidad, la ética y las pasiones. Algo anecdótico también, es que esta obra fue la última que publicó el filósofo francés y se la dedicó a la reina Cristina de Suecia en el año 1649. En la obra, Descartes pretende teorizar a las pasiones humanas con la denominación de «emociones».[5] Además, Descartes no sería el único quien tratara sobre este tema, pues ya lo habían hecho Tomás de Aquino y Agustín de Hipona[6] antes que él. En esta obra, notamos a un Descartes que aplica su propio método al estudio de la filosofía moral y parte de seis pasiones como el amor, el odio, el deseo, la admiración, la alegría y la tristeza, incluso, comenta sobre cómo estas pasiones pueden surtir efectos fisiológicos y lograr una clara influencia en el comportamiento del hombre. La obra se encuentra dividida en tres partes. 1. Las pasiones en general. 2. El número y orden de las pasiones y explicaciones sobre las seis pasiones elementales y 3. Las pasiones concretas. Recomiendo leer las partes 1 y 3 en especial. Para esta edición de Gredos, la traducción y notas fue trabajado por el filósofo comunista y ensayista español Francisco Fernández Buey.

·         Tratado del hombre. Tanto el físico y matemático Giovanni Borelli, el médico británico Thomas Willis y el médico anatomista Albrecht von Haller, fueron influenciados por esta obra cartesiana para tratar sus trabajos y aportes a la medicina.  ¿Por qué consideraron a esta obra cartesiana? Por el simple hecho que en esta obra titulada Tratado del hombre, Descartes no hizo más que considerar al cuerpo humano como una «máquina», esto es, que el cuerpo del hombre estaría compuesto por piezas y «engranajes», los cuales sirven como fundamento para explicar el porqué de los movimientos (voluntarios o no) que ejecutamos al movernos. Es por ello que esta obra no solo influenció a los personajes mencionados líneas arriba, sino también que fue el gran aporte que Descartes dejó como legado al mundo fisiológico, considerado como el primer libro de fisiología escrito en tierras europeas. Sabemos que Descartes terminó de escribir la obra en el año 1633, pero fue en el año 1662[7] cuando se publicó por vez primera en Leiden. Si bien la obra llevó su título en francés Traité de l’homme, fue traducida al latín con el título De homine figuris et latinitate donatus por el doctor en filosofía Florentio Schuyl.[8] Por último, la obra está compuesta en cinco partes y en ella, Descartes también trabajaría, en primer lugar, sobre el sistema nervioso[9] (cerebro y nervios), y su composición, para luego desarrollar el posible origen del dolor y los mecanismos neurofisiológicos que nuestro organismo tiene para defenderse ante ello. También desarrolla a la glándula pineal y describe su estructura como su función. Es importante destacar este último punto, puesto que para Descartes, la glándula pineal era el centro de control del cuerpo humano, en el que se alojaban el sentido común y el alma, para lo cual fundamenta de manera anatómica estas probables razones. Por demás queda decir que si no se tiene mucho conocimiento de medicina (anatomía) resultará algo tediosa la lectura de esta obra. Para esta edición de Gredos, la traducción y notas fue trabajado por la filóloga clásica Ana Gómez Rabal.

 

Por último, Gredos nos ofrece un estudio introductorio de 116 páginas elaborado por el catedrático emérito y especialista en historia de la filosofía Cirilo Flórez Miguel, quien además ha publicado diversos estudios sobre otros grandes pensadores y filósofos como Kant, Unamuno, Plotino y otros. Sin duda alguna, esta obra merece ser leída no solo por los amantes de la filosofía, sino por todos.

 

Escrito por: David E. Misari Torpoco

9 de enero de 2022

                                              

Notas

[1] La geometría analítica consiste en el estudio de las figuras, áreas, ángulos de inclinación, puntos de intersección, división, volúmenes, entre otros. Las estudia mediante un análisis matemático y un sistema de coordenadas (álgebra) con el fin de establecer las medidas exactas de las figuras geométricas. Este estudio lo comenzó Descartes, posteriormente Carl F. Gauss lo continuaría y terminaría con el desarrollo de la geometría algebraica. En la actualidad, la geometría analítica es empleada por los ingenieros, arquitectos y matemáticos que aplican estrategias y logística para la toma de decisiones en las mediciones que elaboran.

[2] La filosofía moderna comenzó en el siglo XVII y con ella, uno de los movimientos y corrientes importantes de la filosofía fue el racionalismo. De esta manera, racionalistas como Descartes, Spinoza, Leibniz y Malebranche fueron sus máximos representantes. No debemos olvidar que durante esta etapa de la filosofía moderna también surgió el empirismo y la filosofía política empezó a asentar sus bases a través de Hobbes y Rousseau.

[3] «Las 12 primeras reglas tratan de su metodología científica propuesta en general: 1. El objetivo de nuestros estudios debe ser la dirección de nuestra mente para que pueda formar juicios sólidos y verdaderos sobre cualquier asunto que surja. 2. Debemos ocuparnos solo de aquellos objetos que nuestras facultades intelectuales parecen competentes para saber de manera clara e indudable. 3. Con respecto a cualquier tema que nos proponemos investigar, no debemos preguntar qué han pensado otras personas, o lo que nosotros mismos conjeturamos, sino lo que podemos percibir clara y manifiestamente por intuición o deducir con certeza. Porque no hay otra forma de adquirir conocimiento. 4. Se necesita un método para descubrir la verdad. 5. El método consiste enteramente en el orden y la disposición de los objetos hacia los cuales debe dirigirse nuestra visión mental si queremos descubrir alguna verdad. Cumpliremos exactamente con esto si reducimos paso a paso las proposiciones involucradas y oscuras a aquellas que son más simples, y luego comenzando con la comprensión intuitiva de todos aquellos que son absolutamente simples, intentamos ascender al conocimiento de todos los demás siguiendo pasos similares. […]».

[4] El título completo es Discurso del método para conducir bien la propia razón y buscar la verdad en las ciencias y en francés Discours de la méthode pour bien conduire sa raison, et chercher la vérité dans les sciences.

[5] Los temas acerca de las pasiones del hombre habían empezado a tratarse desde la filosofía de Platón.

[6] Por cierto, es preciso recordar que Descartes fue gran lector de las obras de Agustín de Hipona, de las cuales se influyó para elaborar y desarrollar su propia filosofía.

[7] Doce años después de la muerte de Descartes.

[8] A dos años de ser publicada en la edición latina, el abogado del Parlamento de París y filósofo Claude Clerselier (1614–1684), publicó en francés el texto en el que redactó un prólogo extenso con varias críticas a la edición de Shuyl. En ella se sostuvo que tanto en las ediciones francesas y latinas, las figuras que acompañaban a los textos no fueron trabajadas por Descartes.

[9] Este punto es curioso, porque para Descartes, el cerebro del hombre posee tres partes: superficie externa, superficie interna (la parte más importante) y una sustancia cerebral intermedia.

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