viernes, 17 de junio de 2022

Titivillus

 —¿Cómo es posible que este abogado se haya vuelto un experto en redacción si lo que le apasionaba era la filosofía y no la escritura? —preguntó el detective Rodríguez.


—Ni yo lo entiendo. Llevamos horas aquí en su biblioteca y por más que hayamos buscado alguna pista sobre su extraña desaparición, seguimos sin encontrar nada —dijo el policía vestido de civil que acompañó al detective.


—Se nota que este abogado contaba con un buen dinero para comprar todos estos libros, por ejemplo, aquí una excelente edición del Quijote de la Mancha (1820), La divina comedia de Dante en edición pan de oro, toda esta colección de clásicos de la literatura universal en edición Aguilar y por allá, todos esos textos originales de filosofía y mira, dos estantes completos de libros en latín y griego, ¿cuánto dinero habrá invertido en todo esto? Mmm… bueno, aunque lo curioso es que sus vecinos afirman que solía decir que «amaba la pobreza», ¡carambas! Con todos estos buenos libros y lapiceros de marca que hay aquí en sus cajones decir que amaba la pobreza me suena ridículo, ¿no lo crees? —preguntó el detective al policía.


—Si este abogado con todos estos textos «amaba la pobreza» entonces yo debo ser el hombre más pobre del mundo. Además, todas estas agendas y cuadernos con escritos a mano…


—Se dice manuscritos, ¿de acuerdo?


—¡Ah, sí! Decía que todos estos manuscritos que tratan sobre diversos temas de filosofía, traducciones latinas, biografías, pensamientos, algo llamado ‘paremias’ y hasta párrafos escritos en latín que no entiendo qué dirán, pero se nota que le gustaba mucho escribir… pero entonces, ¿era profesor o escritor?


—¿No ves en aquel estante sus libros? Me refiero a los libros de su autoría. Al parecer, el hecho de ser un hombre solitario, esto es, sin esposa ni hijos, sin familia, le daba mucho tiempo libre para dedicarse a leer y a escribir, tal como lo dicen los informes. Respondiendo a tu pregunta, era profesor, pero al parecer, le gustaba más ser escritor y no solo de textos académicos relacionados al derecho, sino también escribía pensamientos y cuentos extraños, por ejemplo, mira este libro que publicó en octubre de 2022, se titula «Morker II: cuentos diabólicos» y acá en el índice figuran trece cuentos y varios de ellos tratan sobre pactos con el demonio, sectas satánicas, rituales satánicos y cultos al diablo, aunque lo curioso es que en su introducción asevera que la veracidad de estos cuentos quedará en la memoria de aquellos que lo experimentaron, es decir, que lo vivieron.


—Es curioso y extraño todo esto, pues una vecina dice que aparte de haber sido un hombre solitario, era un hombre muy misterioso y que solía quedarse despierto algunas madrugadas. Algunas veces, desde afuera se divisaba por su ventana, que solía encender una vela a la medianoche y luego se escuchaba un ruido extraño como de pasos de caballo y sonido de trompetas distorsionadas pero no tan fuerte. Luego, otro vecino, que vive al costado, dijo que este abogado pronunciaba en latín algunas palabras como invocando a algún ente demoníaco. ¿Extraño, cierto?


—Claro que sí, pero soy muy escéptico para varias cosas, para empezar, sigo pensativo en cómo se volvió un experto en la redacción y cómo empezó a detectar errores ortográficos y gramaticales a los escritos de los demás de manera tan rápida.


—Seguramente estudió y llevó cursos de gramática o de redacción.


—Obvio que los llevó, pero en tan poco tiempo, muy poco tiempo para ser exactos, no pudo dominar tan rápido muchas técnicas de la redacción, incluso, ¿cómo aprendió latín tan rápido? Es más, ¿cómo hizo para publicar libros tan rápido?


—Buena pregunta, porque generalmente aprender algo y bien lleva su tiempo y por más que se aprenda rápido, aun así no cuadran muchas cosas, puesto que si amaba la pobreza, ¿cómo hacía para obtener dinero y publicar sus libros?


—Eso está justificado, producto de su trabajo obtuvo el dinero.


—¿Un profesor y escritor va a ganar tan bien, detective?


—Pienso que…


De pronto, una agenda de color negra cayó de golpe de uno de los estantes como si alguien lo hubiera lanzado, pero en la biblioteca del profesor no había nadie más que el detective Rodríguez y el policía Díaz. Ambos voltearon la mirada y sorprendidos se acercaron al estante donde cayó esa agenda negra. El detective la recogió y al abrirla notó que había dibujos extraños, como figuras demoníacas, velas y trazos con inscripciones a mano que el profesor había escrito. El detective miró a Díaz y dijo:


—Creo que encontré la respuesta a todo este misterio.


—¿Cuál es?, ¿qué dice en esa agenda?


—Está en latín, pero abajo escribió la traducción al francés.


—¿Usted sabe francés?


—Sé inglés, francés e italiano.


—Eso no lo sabía, detective.


—Bueno, al grano. Espero que lo que lea a continuación no te asuste.


—¡Ya, dígame lo que dice!


—Bien, aquí va: «Oh, gracias a ti, Titivillus por otorgarme el poder para detectar errores en la escritura. Gracias a ti Titivillus por aceptar parte de mi sangre y concederme la visión para detectar los errores ortográficos y gramaticales en todo tipo de escritos. A ti os doy las gracias por ayudarme a corregir mis errores al momento de escribir, pues como antiguo y eterno patrón de los escribas, solo tú tienes el poder para hacer que otros cometan errores y yo los pueda corregir gracias a tu poder. Bebe mi sangre que te ofrezco cada sexto día de cada mes, pues no me importa que al perder parte de mi sangre mi cuerpo adelgace a cambio de poseer tus ojos demoníacos y detectar los errores en los escritos para obtener ingresos. Así también, quedo agradecido a Stolas, el gran búho, por otorgarme la sapiencia y el conocimiento para leer, analizar e interpretar textos de manera más rápida. A ustedes dos grandes potencias infernales, les entrego mi absoluta devoción. Amén».


—Siento miedo.


—Además, aquí hay una nota al pie donde dice que Titivillus es un demonio que durante la Baja Edad Media se creía que trabajaba en nombre de BelfegorLucifer o Satanás para introducir errores en el trabajo de los escribas. La primera referencia a Titivillus, por su nombre, fue en el «Tractatus de Penitentia» escrita en 1285 por el escritor franciscano Ioannes Guallensis.


—Eso quiere decir que el abogado o mejor dicho, el profesor ¿hizo un pacto con ese demonio Titivillus?


—No solo con él, sino también con otros demonios como escribió en esta agenda negra.


Luego de escuchar esto, el policía quedó muy sorprendido y a la vez muy asustado. El detective, al terminar de leer esto, no pudo moverse, quedó paralizado y asustado también. Ambos se miraron y de pronto una sombra negra apareció en la biblioteca y se los llevó.


Al día siguiente, varios efectivos policiales fueron a la casa del profesor y no encontraron nada. Todo estaba en orden, solo que había un extraño cuadro en esa biblioteca donde se veía a un hombre delgado vestido de negro y con capucha alzando las manos, mientras dos hombres desnudos estaban atados a unos palos y varios demonios danzaban alrededor de ellos, mientras eran quemados. El fuego los consumía poco a poco y la expresión de dolor reflejado en el rostro de estos dos hombres era descomunal. Lo curioso aquí es que uno de los hombres tenía el rostro del policía y el otro, el rostro del detective.


 Fin

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Cuento: Titivillus
Autor: David E. Misari Torpoco
Escrito el 17 de junio de 2022 a las 2 de la madrugada.



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